martes, 30 de enero de 2018

Sos del Rey Católico


Siempre que estamos de vacaciones, aprovechamos para hacer alguna visita cultural por la zona, como no podía ser de otra forma, nos acercamos esta mañana a la villa de Sos, que es como se le denominaba históricamente, aunque a inicios del S.XX cambio su nombre a Sos del Rey Católico, como recuerdo a su más ilustre vecino, don Fernando II de Aragón , más conocido como Fernando el Católico, que nació en el Palacio de los Sada, en el año 1452.

Ubicada al noroeste de la provincia de Zaragoza, limita con la vecina comunidad Foral de Navarra. En 1711 es nombrada capital de la comarca de las Cinco Villas, compuesta a su vez por las villas de Tauste, Ejea, Sádaba y Uncastillo, cuyos términos municipales, abarcan el Espacio Protegido de la Sierra de Santo Domingo, de gran valor ecológico y geológico.

Pero hoy, nos vamos a centrar en su casco histórico, declarado Conjunto Histórico Artístico, y Bien de Interés Cultural en el año 1968, entrando a formar parte en enero de 2016 de La asociación de los pueblos más bonitos de España.


Sobre las once de la mañana, llegamos a Sos del Rey Católico, aunque se puede aparcar en la zona de extramuros, nosotros dejamos el coche en la plaza del Mesón, que da acceso al casco histórico.

A escasos metros, en la zona de los jardines, se inicia la ruta de la Vaquilla, un recorrido que se realizo en el año 2009 con motivo del 25 aniversario de la película dirigida por Luis García Berlanga “La Vaquilla”, que fue rodada en la villa, en la que se han colocado un conjunto de 12 esculturas, formadas por una silla de director y una claqueta, en la que se reproducen algunas de las mejores frases de la película, distribuidas a lo largo de la villa, en algunos de los lugares que sirvieron de escenario.

Desde la plaza del Mesón, caminamos hacia la calle Emilio Alfaro, donde podemos ver la silla del productor Alfredo Matas, “que gracias a su tesón, fue posible el rodaje de la Vaquilla, la película más cara del cine español hasta 1984”, junto a ella se sitúa el crucero del Portal de Zaragoza, que habitualmente era un monumento religioso, generalmente construido en piedra y coronado con una cruz, que se situaban en encrucijadas, atrios de iglesias o lugares elevados, aunque en la actualidad, muchos de ellos, como en este caso, han sido desplazados a los núcleos urbanos.

Al final de la calle Emilio Alfaro, pasamos bajo el Portal de Zaragoza, que fue la puerta principal de acceso al recinto fortificado, que recibe su nombre por estar orientado hacia la capital aragonesa, en el que podemos ver una bonita ventana ajimezada, que fue colocada en una restauración producida en los años 60, sustituyendo a una de menor tamaño, colocada sobre un arco de medio punto, por el que accedemos a la calle mayor, conocida como calle de Fernando el Católico.

Principal arteria de la villa, de suelo empedrado, y preciosas casas construidas en piedra, caminamos por ella hacia la plaza de la Villa, observando las fachadas, decoradas algunas con bellas ventanas que hacen guiños a tiempos pasados, en el que convivieron diferentes culturas, engalanadas con escudos de armas, como la casona renacentista del Palacio de Niño, de finales del S.XVI, en el que nos detenemos para ver su portada formada por un arco almohadillado.

Unos metros más adelante, dejamos la calle mayor, cogemos la calle Madrigal Altas Torres, por la que nos encaminamos hacia la plaza de la Hispanidad, en la que se sitúa el edificio Renacentista del Palacio de Sada, construido en piedra de sillería en el S.XV, sobre las ruinas del antiguo castillo del S.XIII, del que tan solo se conserva adosada su capilla, la Iglesia de San Martín de Tours.

En los jardines contiguos al palacio, nos detenemos para observar la facha principal, en el que varios adornos nos llaman la atención; el escudo de armas de los Sada, y los dos pequeños resaltes a modo de torreones, colocados en los extremos del edificio, rematados por almenas, que otorgan al palacio el estilo civil-militar, típicos en las mansiones aragonesas del S.XV.

A través de una portada coronada por un arco de medio punto, accedemos al interior del edificio, en el que un 10 de marzo de 1452, se produjo un importante acontecimiento histórico, el nacimiento de Fernando el Católico, que años más tarde se convertiría en Fernando II de Aragón, V de Castilla, III de Sicilia y Nápoles.

El edificio que perteneció hasta medidos del S.XV a la familia Sada, en la actualidad ha sido reconvertido en Centro de Interpretación, que gira entorno a la figura de Fernando II, que conocemos durante media hora, a través de una sucesión de panales y audiovisuales, donde se puede contratar una visita guiada por los principales monumentos de la villa “horarios, y precios de las visitas guiadas”.

Por desgracia, nos comentan que la visita ha comenzado a las 11, y la siguiente es a las 13 horas. Como falta más de una hora, preferimos hacerlo de forma libre, así que cogemos un plano de la villa, y comenzamos la visita dirigiéndonos al siguiente punto de interés, el barrio judío, que se encuentra detrás del Palacio de Sada, el cual rodeamos por la calle Juana Enriquez, hasta llegar al laberinto de calles, callejones y túneles, que formaban el antiguo barrio judío de Sos del Rey Católico.

Compuesto por unas treinta viviendas, en el que se incluía la sinagoga, el hospital y un horno para cocer el pan, actualmente muchas de ellas se mantienen intactas, englobándose alrededor de la plaza de la Sartén, donde en unas de las casas, podemos ver grabada la cruz, y tapada la mezuzah, símbolo de la conversión al cristianismo de un judío. 

Aparcamos en la plaza del Mesón y nos acercamos al crucero del Portal de Zaragoza y la silla Alfredo Matas
Para acto seguido, pasar bajo el Portal de Zaragoza, principal puerta de acceso al recinto amurallado
Por el que accedemos a la calle Mayor, conocida como calle Fernando el Católico
En la que se ubica, el Palacio de Niño (izquierda)
Donde destaca su portada, formada por un arco almohadillado
Unos metros más adelante, cogemos la calle Madrigal Altas Torres, por la que llegamos al Palacio de Sada
Desde el palacio, callejeamos por las calles del barrio judío
Compuesto por unas treinta viviendas, que se engloban en torno a la plaza de la Sartén
Donde vemos la cruz grabada y tapada, la mezuzah (fotografía recogida de http://www.sosdelreycatolico.com
Y el año de construcción de algunas de ellas

Desde la plaza de la Sartén, regresamos a la calle mayor, por la que accedemos a través de un soportal a la plaza de la Villa, en el que se celebraba el mercado en la Edad Media, de manera que los puestos, mercaderes y mercancías, pudieran resguardarse de las inclemencias del tiempo.

Formado por tres arcos, uno de medio punto, y dos apuntados, entre los dos arcos interiores, se conserva el hueco en el que se colocaba la balanza, además de la hendidura donde se situaba la vara aragonesa o jaquesa, que era la unidad de medida que se utilizaba antes de instaurarse el Sistema Métrico Decimal.

Numerosos son los edificios que cierran la plaza, pero dos son sin duda los que nos llaman la atención. El primero de ellos, es la Casa de la Villa, construida a finales del S.XVI en piedra de sillería (las obras empezaron en el año 1595), de estilo renacentista, donde podemos leer en la fachada dos inscripciones realizadas en el año 1861, que pertenecen al antiguo testamento, que se utilizaban para que la gente no dijese palabrotas.

El edificio, está compuesto por tres plantas, nosotros accedemos al zaguán, que cuenta con un suelo formado por un mosaico de cantos rodados, sobre el que se sustenta una preciosa galería formada por dos grandes columnas, y tres arcos, en la cual permanecemos unos minutos.

Después, salimos a la plaza de la Villa, donde vemos el otro edificio que tiene similares características al de la Casa de la Villa, el Colegio Isidoro Gil de Jaz, que lleva el nombre del ilustre abogado que lo mando construir en el año 1762, que fue un alto cargo de la monarquía, bajo los reinados de Fernando VI y de Carlos III.

Para comprender la importancia de Sos del Rey Católico, en aquellos años, estuvo regentado por los Padres Escolapios, tuvo más de 300 alumnos, todos ellos chicos, siendo ahora el colegio publico de SOS que tan solo cuenta con 27 alumnos, de entre 3 y 12 años.

En lo referente al edificio, nos quedamos con dos detalles; la entrada que hay en la calle Gil de Jaz, compuesta por un arco de medio punto, sobre el que hay una portada adintelada, y el último piso, compuesto por una hilada de nueve arcos de medio punto, que ocupa el inicio de la calle Doña Manuela Pérez de Biel, por la que comenzamos a subir hacia la Peña Feliciana, sobre la que se construyo el castillo, dejando a nuestra derecha el edificio de la Lonja, en el que se ubica la biblioteca pública, que tiene un espacio abierto formado por un soportal porticado, compuesto por arcos apuntados.

A medida que subimos a la parte alta de Sos del Rey Católico, entre las casonas, empezamos a vislumbrar la impresionante espadaña de tres vanos en dos pisos, de la fachada sur de la Iglesia de San Esteban, que solo se podía acceder a través del Claustro de Santa María del Perdón, donde en una placeta situada junto a la entrada, podemos ver la estatua en homenaje al directo de la Vaquilla, Luis García Berlanga, que es la única silla de todo el recorrido ocupada, en cuya claqueta podemos leer “Yo las únicas trincheras que creo que deben existir, son entre el hombre y la mujer”

Conocido como el túnel del Perdón, nos adentramos en está galería abovedada, que demuestra el carácter defensivo de está edificación, que en caso de guerra podía cerrarse, en la que nos vamos deteniendo para observar los adornos en forma de cruces y grabados, que la decoran. En su parte intermedia, se encuentra la coqueta portada de acceso a la cripta, que habitualmente se encuentra cerrada, compuesta por cuatro arquivoltas y su vano, sin tímpano.

Al final del túnel del Perdón, salimos junto a la Iglesia románica de San Esteban, que se asienta sobre la Peña Feliciana, cerrando uno de los flancos del castillo. Su construcción se inicio en el S.XI, gracias a las donaciones de la reina Estefanía de Navarra, está compuesta por el claustro, la cripta y la iglesia, de la que nos quedamos prendados de la portada románica del S.XII, en la que podemos apreciar en el centro un Pantocrátor rodeado del Tetramorfos en el tímpano, mientras que las arquivoltas recogen escenas figuradas y las jambas figuras bíblicas, además de santos aragoneses como San Lorenzo, que debido a las inclemencias del tiempo, se han ido dañando, por lo que en el S.XVI, se construyó el pórtico para proteger las tallas.

Tras disfrutar de la portada, accedemos al interior en el que está prohibido realizar fotografías, el precio de la entrada es de 1 €. La persona que se encarga de guardar la iglesia, nos la enseña, donde destaca la pila bautismal del S.VIII en la que fue bautizado Fernando el Católico, el Cristo románico del Perdón y el órgano de estilo rococó, construido sobre el año 1757 por Silvestre Thomas, gran maestro organero aragonés.

Por una sinuosa escalera de caracol, descendemos hacia la iglesia inferior, conocida como la cripta de Santa María del Perdón a la que también se puede acceder desde la portada del Claustro, que hemos visto al atravesar el túnel del Perdón.

De planta rectangular, se divide en tres pequeñas naves, que desembocan en tres capillas absidiales, donde las protagonistas son las pinturas originales del S.XIV, de estilo gótico lineal que narran la vida de Cristo, que no fueron descubiertas hasta el año 1924.

Luego volvemos a la calle Mayor y accedemos a la plaza de la Villa, donde está el colegio Isidoro Gil de Jazz
Y la Casa de la Villa
Que cuenta con dos pisos superiores y zaguán, con una galería con dos grandes columnas y tres arcos
En la plaza de la Villa, subimos por la calle Doña Manuela Pérez de Biel, dejando la Lonja a nuestra derecha
  Donde vislumbramos la impresionante espadaña de la fachada Sur de la Iglesia de San Esteban
Cerca del Claustro de Santa María del Perdón, nos detenemos para ver la estatua de Luis García Berlanga
Luego, cruzamos una galería abovedada, conocida como el túnel del Perdón
Por la que salimos a la plaza de la Iglesia, en la que se encuentra la Iglesia de San Esteban
En la que destaca la portada románica del S.XII
Decorada con jambas de figuras bíblicas y santos aragoneses
Y en el interior, las pinturas de la cripta (fotografía recogida de http://www.sosdelreycatolico.com/

Visitada esta pequeña gran joya del románico, salimos al exterior, nos dirigimos hacia el mirador de San Esteban, en el que se ubican las sillas de los actores Guillermo Montesinos “La viña, … se han cargado la huerta de mi suegro, me cago en la madre que los echó!...Ha sido la artillería...!la nuestra, ha sido la nuestra... Hijos de puta!"; de Alfredo Landa “Has visto, al Teniente? Aquí en pelota, ni enemigos ni nada … Hasta te invitan a desayunar”, y de José Sacristán “No digas ¡Por Dios!...¡que somos rojos!", desde las que admiramos el paisaje, hacia el Sur de la Sierra de Leyre; al Norte del castillo de Peña Feliciana, al cual nos dirigimos.

Situado en la cumbre de la Peña Feliciana, punto más alto de la villa, fue construido en el S.X por el Reino de Pamplona, para frenar el avance musulmán, en torno al cual se fue formando la actual villa, que fue una plaza fronteriza durante la Edad Media, inicialmente entre cristianos y musulmanes, para más tarde, a partir del S.XI, entre los reinos de Aragón y Navarra.

El castillo original, estaba construido en madera, a medida que las técnicas de construcción fueron evolucionando, la madera se fue sustituyendo por piedra. Del actual castillo, tan solo queda en pie la torre del homenaje, de planta cuadrada, rematada con almenas en el centro, y el recinto fortificado, donde nos encaramamos en uno de los torreones circulares.

Desde la zona alta, ahora toca bajar hasta el recinto amurallado que rodea toda la villa, así que regresamos hasta la plaza de la Villa, donde cogemos la calle Gil de Jaz, por la que descendemos hasta el Parador de Sos del Rey Católico, un edificio de nueva planta, inaugurado en 1975, construido entorno a la muralla, aprovechando el solar y corrales en ruinas, manteniendo la arquitectura popular de la villa.

Continuando por la calle de acceso a la villa, vamos rodeando la muralla, hasta alcanzar el Portal de Sangüesa, también conocido como el Portal de Domínguez o Portal de Nador, que debe su nombre por estar orientado hacia esta localidad de Navarra, que esta formado por dos arcos, uno exterior apuntado, y otro interior de medio punto, que en la actualidad forma parte de una vivienda.

Unos metros más arriba de la muralla Oeste, llegamos al Portal de Poniente, que antiguamente estaba formado por un arco apuntado, que tras una reforma en el siglo pasado, se transformó en un arco de medio punto, flanqueado por una torre con saeteras.

Su nombre, proviene porque está orientado hacia dicho punto cardenal, aunque es más conocido como el Portal del Mudo, que según cuenta una leyenda que tiene origen en la guerra de la independencia, durante la ocupación francesa, un habitante de Sos salía a escondidas para encontrarse con su novia, hasta que un día los franceses lo arrestaron pensando que era un espía.

Tras torturarle para hacerle hablar, este se corto la lengua de un mordisco, para no traicionar a sus paisanos. Conmovidos por la muestra de valor, los soldados franceses deciden liberarlo, pero al entrar al pueblo por el Portal de Poniente, muere desangrado.

Siguiendo los pasos del pastor, atravesamos el Portal del Mudo, callejeamos por la Villa, hasta enlazar con la calle Juan II de Aragón, por la que cruzamos el Portal de la Reina, que debe su nombre a una restauración que hizo el ayuntamiento de la villa en homenaje a la Reina Doña Juana Enríquez, también llamado Portal de Maya, porque así se llamaba antes la calle por la que se accedía al portal, o Portal de la Fuente Alta, porque pasando el portal se accedía a una fuente próxima.

Al otro lado, alcanzamos la vía Hispanidad, en la que se ubica el crucero de la Reina, que en origen estuvo enclavado en las proximidades del cementerio, siendo trasladado más tarde junto al Portal de la Reina, adquiriendo su nombre. El crucero, contiene una grada de ocho lados y dos alturas, coronado con un capitel, sobre la que se asentaba una cruz de piedra, sustituida por la actual de hierro.

Junto a él, se sitúa la silla dedicada a la actriz Amparo Soler Leal “Pero , ¡Si es un teniente! Yo, como no le había visto las estrellas … Adelante, mi teniente, usted gratis … y espero que no me denuncie”.

Desde la vía Hispanidad,  caminamos por ella hasta llegar finalmente a la plaza del Mesón, donde finalizamos el paseo por la histórica villa de Sos del Rey Católico, a la que hace más de dos décadas que no volvía, y que no nos ha defraudado. Ahora vuelta a Jaca para comer, no sin antes hacer una parada por el camino, para visitar un pequeño núcleo urbano, de gran importancia, pero eso será otra historia ...

Ahora, vamos al mirador, donde están las sillas de Guillermo Montesinos, Alfredo Landa y José Sacristán
Mientras disfrutamos de las vistas al Sur de la Sierra de Leyre
Y al Norte, del castillo de Peña Feliciana
Del que tan solo se conserva la torre del homenaje
Y el recinto amurallado, donde nos encaramamos en uno de sus torreones circulares
Luego, regresamos a la plaza de la Villa
En la que cogemos la calle Gil de Jaz
Por la que bajamos hasta el Parador de Turismo 
Donde comenzamos a rodear el recinto amurallado, hasta llegar al Portal de Sangüesa
Y unos metros más arriba, al Portal de Poniente o del Mudo
Que atravesamos siguiendo los pasos del pastor, por el que atravesamos el Portal de la Reina
También conocido como el Portal de Maya o de la Fuente Alta, donde llegamos a la vía de la Hispanidad
En el que se ubica el crucero de la Reina y la silla de la actriz, Amparo Soler Leal

martes, 16 de enero de 2018

Pic des Moines o Pico de los Monjes 2.346 m, desde Astún


El pic des Moines o pico de los Monjes (2.346 m), se encuentra ubicado en el Circo de Astún, el cual debe su nombre al Hospital de Santa Cristina fundado en el S.XI, que según se indica en el “Códice Calixtino”, fue considerado como unos de los tres hospitales del mundo (Unum Tribus Mundi), junto a los hospitales de Jerusalén y el del Gran San Bernando, debido a su estratégica situación en lo que hoy conocemos como el alto del Somport (Summus Portus), allí donde los peligros del camino en forma de ventiscas de nieve o densa niebla, lo hacían más necesario para el viajero.

Los itinerarios más utilizados para acceder a su cumbre, son desde la estación invernal de Astún, y el embalse de Bious-Artigues, si bien el acceso a este en invierno resulta complicado, debido a que no se realizan labores de mantenimiento de la pista, al encontrarse dentro de los límites del Parque Nacional de los Pirineos Occidentales.


Para la jornada de hoy, tenemos previsto realizar una actividad algo exigente, en compañía de Carlos (Zancadas Ligeras) y Rubén (La Cabra de Monte), ascendiendo a las cimas del pic de Belonseiche, también conocido como pico Escalar, y al pic des Moines o pico de los Monjes ya en tierras francesas, que dependiendo de como vaya la jornada, decidiremos si hacemos los dos, o nos conformamos con uno.

Como calculamos que la actividad nos llevará entre 6/8 horas, ya que Rubén y yo vamos a ir con raquetas, salimos pronto de Zaragoza. Sobre las 8:30 llegamos a la estación invernal de Astún, donde aparcamos en primera linea, y preparamos las mochilas.

Aunque es temprano, la temperatura es agradable, el termómetro de la estación marca 6º. Pausadamente, nos acercamos hasta la zona de servicios, donde calzamos raquetas y esquíes, e iniciamos el recorrido caminando hacia el telesilla que sube al pico de la Raca, echando una mirada atrás, para disfrutar del macizo del Aspe, que permanece parcialmente cubierto por las nubes.

Cuando llegamos a la altura del barranco del Escalar, dejamos a nuestra derecha las pistas de esquí, comenzamos a remontar por la margen izquierda del barranco, ganando rápidamente desnivel, realizando diversas lazadas para no forzar las piernas, ya que las raquetas tienen sus limitaciones.

Poco a poco, la pendiente se va suavizando, avanzamos a buen ritmo hasta llegar a los Llanos del Sol, donde podemos apreciar el embudo, que más adelante forma el barranco del Escalar, que por su parte alta, discurren las rutas de verano (margen izquierda), y la de invierno (margen derecha).

Si bien el espesor de nieve es bueno, a pesar de las altas temperaturas y a la lluvia de los últimos días, vemos que no existe huella por la vía de invierno, que consiste en un largo flanqueo por encima del barranco, que tiene algún tramo expuesto, donde las raquetas no hacen bien su trabajo, por lo que preferimos dejarlo para el descenso.

Rápidamente, encontramos una alternativa, que es remontar la ladera derecha de unos 40º de inclinación, por la que hemos de enlazar con el final de la pista que va hacia el ibón de Astún o de las Truchas, donde es posible que en el tramo final nos toque poner crampones.

Tras echar un trago de agua, nos ponemos de nuevo en marcha, seguimos raqueteando por los Llanos del Sol, realizando un largo flanqueo, donde aprovechamos que la nieve está blanda, para cantear con las raquetas y los esquíes, ya que el pie de apoyo sufre en estos tramos.

Una vez en la base, comenzamos a ganar desnivel, mientras Carlos se tira hacia un pequeño collado, nosotros con las raquetas lo hacemos de forma más directa, realizando continuas lazadas para no acabar reventados, tomando de referencia una línea formada por varias calvas, que en caso de resbalar nos ayudaran a detenernos.

Poco a poco, la pendiente va ganando en inclinación, a cada paso las raquetas comienzan a perder eficacia, mientras Rubén tira para arriba, yo me detengo para descansar, echar un bocado, en tanto sopeso la idea de cambiar las raquetas por los crampones, opción que por el momento descarto, ya que no me apetece portear las raquetas, aunque con los crampones avanzaría más rápido, cómodo y seguro.

El día no acaba de abrirse del todo, el cielo continúa parcialmente cubierto de nubes, a ratos sale el sol, y nos permite disfrutar del entorno, donde el pico La Raca se eleva sobre las estación invernal de Astún, mientras voy llegando al final de la pala, dando algún que otro resbalón en los últimos metros.

Al echar la vista atrás, compruebo lo larga e inclinada que es la ladera, ¡aquí no me puedo permitir un error!. Tras media hora de duro esfuerzo, alcanzo la pista del ibón de las Truchas, por la que continúo durante cien metros hasta llegar al final de la pista, donde me espera Rubén sobre una loma, desde la que podemos ver el ibón de Escalar o de las Ranas, protegido por el Circo de Astún, cuyas principales cimas ahora están cubiertas por las nubes.

De forma directa, bajamos hasta la cubeta del ibón donde nos espera Carlos; por unos instantes, el cielo se despeja, lo que nos permite ver la cima del pic des Moines, que asoma tímidamente por encima del circo, y justo enfrente la redondeada loma que forma el pic de Belonseiche, al que finalmente desistimos ascender por falta de tiempo, dando prioridad al pic des Moines, que es una montaña mucho más atractiva.

Desde la zona de servicios, nos acercamos hasta el telesilla de la Raca, donde echamos
Una mirada atrás, para disfrutar del macizo del Aspe, parcialmente cubierto por las nubes
Unos metros más arriba, llegamos al barranco del Escalar, donde comenzamos a remontar
La ladera por la margen izquierda 
Del barranco de Escalar, por el que atravesamos parcialmente los Llanos del Sol 
Aquí, preferimos dejar para el descenso la vía de invierno y subir por la ladera derecha, hacia la pista de las Truchas
 Cada cual buscando las mejores zonas; con esquíes hacia el collado y con raquetas más directos
Disfrutando de las vistas hacia el pico de la Raca
Y el macizo del Aspe, que poco a poco se van despejando
Hasta alcanzar la pista, por la que llegamos al ibón del Escalar, protegido por el Circo de Astún

Poco nos dura la alegría, las nubes vuelven a cercar el Circo de Astún, la temperatura baja hasta los 2º, y la sensación de frío es notable, debido a una heladora brisa que desde el Col des Moines, serpentea por el barranco hasta el ibón de Escalar, lo que nos obliga a sacar toda la ropa de abrigo.

Esperando que el viento acabe llevándose las nubes, nos ponemos de nuevo en marcha, descendemos unos metros hasta cerca de la cubeta del ibón, que se encuentra helado, y lo rodeamos por la derecha, hasta adentrarnos en la cuenca de un barranco, que tiene un buen nivel de innivación, con la nieve sin transformar, que nos permite avanzar cómodamente en suave ascenso, protegidos del viento, aprovechando la huella dejada por los esquíes de otros montañeros, hasta llegar al Col des Moines o Puerto de Jaca, en el que se encuentra la muga fronteriza 309, que sirve de divisoria entre España y Francia.

Nos encontramos a casi 2.200 metros (2.168 metros), nos quedan algo menos de 200 metros desnivel positivo para alcanzar la cima, que son los más duros del recorrido. Las vistas desde el Col des Moines, no son totales, pero parece que tarde o temprano se acabara despejando, y podemos disfrutar de varios de los dos miles que se pueden ver desde la circular a los lagos de Ayous, en el que sin duda destaca la escarpada figura del pic de Castérau.

Guardamos raquetas y esquíes en el hueco del cartel del Col des Moines, que prácticamente se encuentra engullido por la nieve. Calzamos crampones, nos ponemos en marcha dejando el GR.108 que se dirige hacia Bious Artigues, cuyas marcas no hemos visto en ningún momento, ya que se encuentran cubiertas por la nieve, y giramos a la izquierda, para comenzar a subir dirección Norte por la loma, que rápidamente gana en inclinación, por la que paso a paso vamos ganándole metros, evitando salirnos de la huella, para no acabar hundidos por encima de la rodilla.

Una vez superado, iniciamos la aproximación al Col de Bénou, antecima del pic de Moines, que tan lejano parecía desde el Puerto de Jaca, pero que ya tenemos a la vista, a poco más de doscientos metros en linea recta, al que nos vamos acercando caminando por el cordal, siempre unos metros por el interior para evitar las cornisas, realizando alguna que otra pausa para otear el horizonte, donde las nubes se van dispersando hasta desaparecer, emergiendo ante nosotros por primera vez, la figura de uno de los reyes de los pirineos, el Midi d'Ossau.

Apenas transcurrida media hora desde el Puerto de Jaca, llegamos al Col de Bénou, donde un grupo descansa después de haber descendido de la cima del pic des Moines , en el que aprovechamos para echar una mirada atrás, para contemplar como se despereza el pico de la Raca, mientras esperamos a que llegue Carlos, que se ha detenido un poco antes a comer algo.

Tras la pausa, continuamos rodeando la cubeta del ibón por la derecha
Hasta adentrarnos en la cuenca de un barranco, que tiene un buen nivel de innivación
Por el que ganamos desnivel, hasta llegar al Col des Moines o Puerto de Jaca (fotografía sacada en el descenso)
Donde calzamos crampones y dejamos las raquetas en el collado, para comenzar a remontar la loma
Que rápidamente gana en inclinación
Luego, iniciamos la aproximación al Col de Bénou, antecima del pic des Moines, que ya tenemos a la vista
Donde las nubes se van dispersando, hasta desaparecer
Dejando ver por primera vez, el Midi d'Ossau, además del Palas, Balaitous, Frondiellas
Y en la lejanía, el pico de la Raca

Con el cielo de un azul intenso, todos juntos desde el collado, nos encaminamos por un estrecho sendero hacia la base de la arista, que no tardamos en alcanzar. Manteniendo una distancia de seguridad, uno a uno, comenzamos el tramo compuesto por un terreno mixto de nieve y roca, con una buena caída a ambos lados, que hoy esta bastante pisado, donde la roca ofrece buenos apoyos, por lo que progresamos despacio pero seguros.

Finalizado este primer escollo, hacemos una breve pausa, echamos un vistazo atrás para ver el tramo ascendido, donde asoma el pic de Belonseiche, y toda la extensa cresta que lo une con el Col de Bénou.

Después, continuamos por la arista, que ahora se amplia, alternando tramos de nieve, con otros de pequeñas trepadas, y pasos entre rocas, donde la sensación de vacío decrece, aunque no bajamos la guardia. Cerca de la cima, llegamos a una preciosa cornisa, donde sin llegar al borde, nos recreamos haciéndonos unas fotografías, con el macizo del Aspe de fondo.

Con la cima a la vista, ascendemos unos metros más hasta alcanzar la base de la pirámide cimera, donde realizamos una trepada, que tras superar, nos encarama tras cuatro horas y media, a la cima del pic des Moines, con unas vistas de 360º. Al Norte los pics de Casterau, Hourquette o Sesques; al Este del Midi d'Ossau, Lurien, Palas, Balaitous o el Frondiellas, y al Sur del macizo del Aspe (Lecherín, Aspe, Llena de la Garganta, Llena de Bozo).

Desde el Col de Bénou, caminamos por sendero, hasta la base de la arista
Compuesta por un terreno mixto de roca y nieve, con una buena caída a ambos lados
Por la que poco a poco, vamos progresando
Asiéndonos a las rocas, que ofrecen buenos apoyos
Mientras contemplamos el pics de Belonseiche y la cuerda que lo une con el Col de Bénou
Después, alternamos tramos de nieve con sencillas trepadas
Que nos depositan en una bonita cornisa, con el macizo del Aspe de fondo
Unos metros más arriba, trepamos por la pirámide cimera por la que llegamos a la cima del pic des Moines
Donde disfrutamos de las vistas al Norte de los pics de Casterau, Hourquette o Sesques
Al Este del Midi d'Ossau, Lurien, Palas, Balaitous o el Frondiellas
 Y al Sur del macizo del Aspe (Lecherín, Aspe, Llena de la Garganta, Llena de Bozo)

Aprovechamos la buena climatología que nos acompaña en la cima, para seguir disfrutando de las vistas, donde vamos identificando otras cimas conocidas, como Collarada, la Pala de Ip, Bisaurín, o el Castillo de Acher, mientras echamos un bocado.

Tras casi media hora en la cima, es hora de regresar al Col des Moines para recoger el material, así que agarramos el piolet, e iniciamos el descenso tanteando bien las rocas, siguiendo la misma huella por la que hemos realizado el ascenso, ya que la nieve a estas horas se encuentra pastosa, y en cuanto nos desviamos un poco, nos hundimos hasta las zonas nobles.

Superado este primer tramo, la arista resulta más sencilla, caminamos por ella disfrutando del espectacular paisaje que se abre antes nuestros ojos, Collarada asoma, mientras en lo hondo podemos ver el Col des Moines, y al Sur/Oeste el ibón del Escalar o de las Truchas, que tiene una preciosa estampa con el macizo del Aspe detrás.

Con más facilidad de lo esperado, alcanzamos el Col de Bénou, el tramo más difícil está superado, y aprovechamos para bajar más rápidos. En apenas quince minutos llegamos al Puerto de Jaca, donde cambiamos crampones por raquetas y esquíes, mientras echamos una última mirada al Midi d'Ossau.

En tanto Carlos quita las pieles de foca, nosotros nos adelantamos ya que iremos más lentos bajando. Desde el collado, caminamos unos metros hasta descender al interior del barranco, en el que pega la sombra, y la nieve todavía se encuentra en muy buenas condiciones, lo que nos permite bajar a buen ritmo con vistas al pic de Belonseiche.

Rápidamente, alcanzamos el ibón del Escalar, echamos una mirada atrás, pero no vemos bajar a Carlos. Como imaginamos que bajará por el mismo itinerario de subida, ya que es más factible para esquiar, seguimos a lo nuestro, rodeamos la cubeta del ibón por la derecha, y está vez sí, elegimos la ruta normal de invierno por el barranco del Escalar.

Aunque existe la posibilidad de bajar por el interior del barranco, donde además se ve huella, como es una zona expuesta a avalanchas, nosotros descendemos por la margen derecha, ganando altura al inicio, dejando poco a poco abajo el barranco del Escalar, y siguiendo las huellas que nos llevan próximos al precipicio, que en determinados momentos nos obliga a ir con cuidado, ya que un resbalón nos precipitaría al fondo.

A medida que nos acercamos a las pistas de la estación invernal de Astún, las huellas que seguimos se bifurca en una y otra dirección, nosotros tomamos la que se aproxima al cauce del barranco, que lleva un buen caudal debido al deshielo, y que sin cruzar, continuamos pegados a este, hasta salir a los Llanos del Sol, donde nos espera Carlos.

Reagrupados, atravesamos los llanos disfrutando del paisaje hasta alcanzar el perímetro de las pistas de esquí, donde relajados, iniciamos el descenso a la zona de servicios, acabando en sendas ocasiones en el suelo, con sus consecuentes risas.

Pasadas las tres de la tarde, llegamos al aparcamiento tras algo más de seis horas, donde casi hemos permanecido más tiempo parados que en movimiento; limpiamos el material, recogemos, y en vez de comer aquí, para evitar los atascos a la salida de estación, nos vamos a comer al área recreativa de Villanúa, contentos y pensando en futuros recorridos.

Desde la cima, iniciamos el descenso siguiendo la misma huella que hemos utilizado para subir
Tanteando las rocas para asegurar los destrepes
Disfrutando del paisaje, en el que asoma Collarada
Y al Suroeste el ibón del Escalar o de las Truchas, con el macizo del Aspe de fondo
Destrepando la última sección de la arista, hasta llegar al Col de Bénou, donde bajamos
 Cómodamente por la loma, hasta el Col des Moines, donde cambiamos crampones por raquetas y esquíes
Para adentrarnos en el barranco
Que da acceso al ibón de Escalar, que rodeamos por la derecha
E iniciamos el descenso por la margen derecha del barranco del Escalar, que se bifurca en dos
Tomando el que se dirige al fondo del barranco y más adelante, a los Llanos del Sol donde nos reagrupamos
Para acto seguido, bajar hasta la estación de esquí de Astún

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