martes, 31 de octubre de 2017

Cueva y dolmen de las Güixas, desde Villanúa


Con sus 2886 metros, el pico Collarada, es la máxima altura de la Comarca de la Jacetanía y la más representativa del macizo de Collarada, que forma parte del dominio geológico de las sierras interiores, constituido principalmente por calizas, cuya disolución generada por el agua, ha originado un modelado kárstico.

En su falda Oeste, se localiza la cueva de las Güixas, una oquedad con un desarrollo de más de 1.800 metros, repartidos en tres niveles de cavidades, formada por la disolución ahondada en roca caliza, que se comenzó a formar durante las últimas glaciaciones del Cuaternario.

El 16 de septiembre de 1929, se abrió de cara al público, cerrándose su acceso en varias ocasiones, hasta que, en el año 1996 se reabre definitivamente, pudiéndose ver mediante visita guiada, que es la opción que elegimos esta tarde, donde alargaremos la visita, intentando localizar el dolmen de las Güixas


Para la jornada de hoy, tenía previsto realizar una larga actividad, pero el día no acompaña, y en el aparcamiento me he tenido que dar media vuelta, dejándola para otro día.

Ya por la tarde, aprovechamos para realizar una visita cultura, así que desde Jaca nos acercamos hasta la población de Villanúa, donde vamos a visitar la cueva de las Güixas, en la que previamente hemos reservado plaza, a través de su página web

En el aparcamiento que hay nada más pasar el río Aragón, dejamos el coche, caminamos unos metros hasta llegar al centro de interpretación “Subterránea”, donde confirmamos la reserva, y nos comentan que se han cancelado varias reservas, así que hoy tendremos una guía en exclusiva para nosotros.

Antes de comenzar la visita, nos damos una vuelta por la planta principal, donde a modo de paneles, podemos ver diferente información acerca de Villanúa. Después, descendemos por una rampa hasta el sótano, donde se ha construido una réplica de la cueva original, en el que a modo de audiovisuales y animaciones, nos dan a conocer, detalles de la cueva.

Finalizado, salimos al exterior, mientras la guía cierra el edificio, nosotros nos adelantamos; cogemos el camino empedrado, que pasa junto al centro de interpretación, por el que vamos ganando suavemente desnivel, dejando atrás Villanuá, tomando de referencias las marcas blancas y rojas del GR.65.3, que comparte recorrido en este tramo, con el Camino de Santiago.

Dirección Norte/Este, llegamos al punto más elevado del recorrido, el empedrado da paso a la tierra, por la que continuamos paseando, por un amplio camino acondicionado con barandilla, por el que vamos paralelos al cauce del río Aragón, cuyas aguas discurren pausadamente más abajo, represadas para el aprovechamiento de la central hidroeléctrica de Villanúa, disfrutando de las vistas, en la que despuntan algunas de las cimas, que conforman el Valle del Aragón, aunque la que más destaca es La Raca.

En apenas doscientos metros, alcanzamos el desvío hacia la cueva de las Güixas, donde abandonamos el camino principal, y tomamos un corto tramo de escaleras, por el que rápidamente llegamos a la entrada de la cueva, que se encuentra cerrada.

En el aparcamiento, vamos al centro de interpretación "Subterránea", en la que vemos una réplica de la cueva
 Luego, salimos al exterior y nos vamos a un camino que pasa al lado, en el que hay varios paneles
Donde continuamos tomando de referencia las marcas blancas y rojas del GR.65.3
Una vez en el punto más elevado, el empedrado da paso a la tierra, por el que avanzamos 
Paralelos al río Aragón, disfrutando de las vistas
 Hasta llegar al desvío de la cueva de las Güixas
A la que accedemos subiendo por las escaleras

Permanecemos unos minutos en la entrada, hasta que llega la guía. Después, accedemos al interior, donde la temperatura baja notablemente; nos abrigamos, mientras nos adentramos en la cueva, por una pasarela que nos lleva pegados al cauce seco del río, que atraviesa la cavidad principal, y que se activa en época de deshielo o después de fuertes tormentas, saliendo al exterior por la puerta en forma de torrente.

Avanzamos unos metros, hasta la chimenea que comunica la cueva con el exterior, generada por el colapso del techo de la cueva al quedarse sin sustento, cayendo por su propio peso, y en el que cuenta la leyenda, que en noches de luna llena, las mujeres de Villanúa se reunían para celebrar sus aquelarres; cuando la luna se observaba desde la chimenea, estás se desnudaban para darse baños de luna, permaneciendo siempre jóvenes y bellas.

Si hasta el momento nos está pareciendo una visita muy agradable, gracias a las explicaciones de la guía, y que la estamos visitando en total soledad, al entrar en la sala principal, conocida como “La Catedral”, nos quedamos embelesados, ante tanta grandiosidad, con una sala de casi 20 metros de altura, cubierta de estalactitas, estalagmitas, columnas y gours, que gota a gota se han ido formando a lo largo de los siglos, dando forma a esta infinidad de estructuras calcáreas, que si la acción del hombre deja, seguirán evolucionando, dado que la cueva sigue activa.

Para disfrutar más de cerca de la sala, accedemos por una escalinata a la parte superior, desde la que obtenemos una perspectiva diferente, y en la que observamos en la pared, las inscripciones realizadas por los soldados en la guerra civil española, ya que la cueva fue utilizada como calabozo, aunque desde el Neolítico hasta el año 300 d. C, ha sido refugio para distintos grupos humanos.

En la actualidad, los únicos moradores de la cueva, es una colonia de unos 500 murciélagos, en el que se han contabilizado hasta ocho especies diferentes, que habitan en un espacio reservado de la cueva, que no es visitable, para la preservación de estos mamíferos voladores, que hacen que la cueva, este catalogada como Lugar de Interés Comunitario (L.I.C) dentro de la Red Natura 2.000.

Por otro tramo de escalinatas, descendemos hasta la base de “La Catedral”, donde echamos un último vistazo a la sala, y retrocedemos sobre nuestros pasos hasta la salida de la cueva, donde damos por finalizada la visita a la Cueva de las Güixas.

Antes de acceder al interior de la cueva nos abrigos, luego, caminamos por una pasarela
Que nos lleva pegados a un río, por el que llegamos a la chimenea, que conecta la cueva con el exterior
Unos metros más adelante, alcanzamos la sala principal conocida como "La Catedral"
Donde el agua gota a gota y con el transcurso de los años
Ha formado un sinfín de estalactitas, estalagmitas, columnas y gours
Para disfrutar desde otra perspectiva, subimos por una escalinata a la parte superior de la galería, en la que hay
Una galería en la habitan murciélagos, que no se puede acceder e inscripciones de presos, de la guerra civil
Una vez visitada, regresamos sobre nuestros pasos, finalizando la visita

Nos despedimos de la guía, que nos ha ofrecido una visita, amena y enriquecedora. Como vemos que el tiempo aguanta, y aun nos queda más de una hora de luz, decidimos alargar el recorrido, hasta el cercano dolmen de las Güixas, que no debe andar muy lejos, aunque la guía nos ha comentado que no se encuentra señalizado.

Dicho y hecho, descendemos por las escaleras hasta el camino principal, por el que continuamos dirección Norte/Este paralelos al río Aragón, alternando tramos de amplio camino despojados de vegetación, con otros de sendero rodeados de boj, por el que llegamos hasta una encrucijada de itinerarios, en el que no se indica la ubicación del dolmen.

Como imaginamos que no debe estar lejos de donde nos hayamos, indagamos en una y otra dirección. Al final, tomamos el “más razonable”, que es por el camino del medio, por el que seguimos andando durante cien metros, hasta llegar a la altura de una campa, donde se vislumbra un acceso obstruido intencionadamente con ramas, (imaginamos que será una propiedad privada …) en la que podemos ver en un lateral, el dolmen de las Güixas.

Con cuidado, accedemos a su interior, caminamos por la campa, hasta llegar a la altura del monumento megalítico del dolmen de las Güixas, de época Neo-Neolítica, del que podemos observar, como conserva la cámara funeraria completa, los monolitos laterales, y la cubierta, aunque el túmulo que la recubría está incompleto.

Desde la cueva, descendemos al camino principal, donde alternamos zonas de poca vegetación
Con otras de un espeso bosque de boj
Hasta llegar a una encrucijada de itinerarios, donde cogemos el camino "del medio"
Por el que continuamos durante cien metros, hasta llegar a una campa obstruida en su acceso
En la que se ubica, el dolmen de las Güixas, que conserva la cámara funeraria completa
La cámara funeraria, los monolitos laterales y la cubierta, aunque el túmulo que la recubre está incompleto.

Alegres con el hallazgo, regresamos sobre nuestros pasos hasta el cruce de itinerarios, donde tenemos la opción de alargar el recorrido, continuando por el sendero de As Follas, realizando una interesante circular.

Como ya se hace tarde, y el cielo sigue amenazando lluvia, nosotros decidimos regresar por el camino principal, echando de vez en cuando una mirada al macizo de Collarada, cuya cima principal, permanece tapada por la boira.

Chino a chano, alcanzamos las postrimerías de Villanúa, donde no podemos evitar echar un vistazo a las clásicas chimeneas, conocidas en el pirineo como “chamineras”, que con su forma troncocónica, coronadas con una piedra en forma de objeto, que habitualmente suele ser una cruz, se utilizaban para espantar a las brujas y los malos espíritus, costumbre que se mantiene hasta nuestros días.

Tras casi hora y media, llegamos al centro de interpretación, donde aprovechamos las últimas luces, para jugar a la rana en el río Aragón que baja muy menguado y hacer alguna fotografía, hasta bien entrada la noche. 

Una vez visitado, regresamos regresamos sobre nuestros pasos
Disfrutando de las vistas al macizo de Collarada
Cubierta por la boira
Hasta llegar a las estribaciones de Villanúa
Fijándonos en las curiosas chamineras
Tras casi hora y media, llegamos al centro de interpretación
Donde aprovechamos las últimas luces, para jugar a la rana en el río Aragón

miércoles, 11 de octubre de 2017

Circular a la Sierra de Luesia, desde el refugio de l'Artica (Puy Fongera, Punta Cabo Bal, Puy Moné y Camino del Correo)


La Sierra de Santo Domingo, se encuentra ubicada al Norte de la comarca zaragozana de las cinco Villas, que alberga los términos municipales de Biel, Fuencalderas, Longás y Luesia.

Esta sierra, posee un gran valor ecológico y geológico, es por ello, que el 8 de abril de 2015, fue declarado “Espacio Protegido”, formando a pasar parte de este reducido círculo, que en Aragón hasta el momento, lo comparte con Fago, San Juan de la Peña y los Pinares de Rodeno.

Para la jornada de hoy, nos vamos a mover por los montes de Luesia cuyo término municipal, aporta el 44,3% de sus tierras al Espacio Protegido (4.273 hectáreas de 9.639 hectáreas), en el que sin duda destaca su gran masa forestal, que ocupa casi el 70% de la superficie municipal, compuesta por encinares, robledales, pinares, aunque por su singularidad destacan los hayedos, que son los más exteriores del Pirineo Aragonés, que se localizan principalmente en la ladera oriental del Monte de la Bal, que hoy en compañía de Carlos (Zancadas Ligeras), vamos a recorrer, alargando la circular hasta el Puy Moné, cima más emblemática de la Sierra de Luesia.


Siempre que visitamos una zona nueva, nos gusta conocerla lo máximo posible, por lo que hoy vamos a realizar una circular bastante extensa, así que toca madrugar. Sobre las nueve de la mañana, llegamos a la bonita población de Luesia, que atravesamos hasta salir a la A-1202, donde continuamos dirección Sábada/Uncastillo durante cien metros, hasta tomar a mano derecha, una pista asfaltada que rápidamente se transforma en tierra (indica campo de fútbol), por la que subimos paralelos al barranco de Bal, hasta alcanzar el refugio de l'Artica, donde dejamos el coche.

Antes de comenzar, aprovechamos para estirar un poco, comer un plátano, mientras un cariñoso burro se acerca a nosotros, en busca de comida, en el que a pesar de su insistencia, tan solo le damos sendas pelarzas de plátano, que se come con gusto, pero que le saben a poco, volviendo rápidamente a hacernos compañía.

Mientras el se queda guardando el coche, nosotros iniciamos el recorrido; rodeamos por la izquierda la cerca que delimita el refugio de l'Artica, donde pacen una madre con su cría, que cuando intuyen nuestra presencia, con mucha maestría, levanta con la cabeza el madero para salir al exterior y guarecerse entre los robles.

Una vez en el otro extremo, llegamos a una bifurcación, en el que un cartel nos indica varios itinerarios, nosotros nos decidimos por el S3 Baldisea – Crebolar, que va hacia la fuente l'Artica, donde giramos a la izquierda.

Por amplio camino herboso, atravesamos un bonito bosque, donde el camino sirve de frontera natural entre el espectacular robledal que hay a nuestra izquierda, en el que ahora pastan los caballos, y el pinar que hay a nuestra derecha.

Rápidamente, el camino se transforma en sendero, por el que caminamos, tomando de referencia las marcas blancas y verdes del itinerario S-3, por el que alcanzamos en apenas cinco minutos, la fuente l'Artica, que mana una fresca y cristalina agua.

En este punto, abandonamos el S-3, que en claro descenso se dirige a la Balsidea, mientras nosotros giramos a la derecha, para enlazar con el sendero botánico R1, por el que dirección Norte, vamos ganando suavemente desnivel, por un precioso bosque mixto de pinos, robles, y acebos, que poco a poco, van dan paso a las hayas, que acaban apoderándose del entorno.

Sus frondosas hojas, apenas nos dejan atisbar el horizonte, y los rayos del sol no penetran. Chino a chano, vamos avanzando por el precioso sendero, cubierto por las hojas, que el invierno pasado cayeron de las copas de los árboles, y que amortiguan nuestro caminar.

Sobre la cota 1.200 metros, la pendiente es prácticamente inapreciable, atravesamos un terreno de falso llano, donde el sendero se estrecha de tal forma, que casi tocamos con nuestro cuerpo los especulares robles, que pueblan la parte alta de la majada.

Unos metros más adelante, llegamos al Collado de Balsiruela, desde el que podemos ver la cima del Puy Mone, fácilmente reconocible por la caseta de vigilancia forestal que la corona, y al cual se puede acceder también en btt, por la pista principal, que hemos utilizado para subir hasta el refugio l'Artica.

Desde el refugio de l'Artica, iniciamos el recorrido, rodeando la cerca que lo protege por la izquierda
Hasta llegar a un cruce, desde el que parten varios itinerarios; nosotros cogemos el S-3
Donde cogemos un herboso camino, por el que atravesamos un bello robledal
En el que pastan los caballos
Rápidamente, el camino se transforma en un precioso sendero, que seguimos
Hasta la fuente de l'Artica, donde abandonamos el itinerario S-3
Y enlazamos a mano derecha, con el sendero botánico R1
Por el que comenzamos a ganar desnivel, por medio de un precioso hayedo
Donde las frondosas ramas de las hayas, apenas dejan entrar los rayos del sol
Sobre la cota 1.200 metros, las hayas dan paso a los robles
Y unos metros más arriba, llegamos al Collado de Balsiruela
Donde podemos ver el Puy Moné, fácilmente reconocible, por la caseta forestal que hay en su cima

Desde el collado, tenemos la posibilidad de acceder de forma directa al Puy Moné
, tomando un sendero que sube por la loma, hasta enlazar con la pista que viene desde el refugio, a la altura de la Punta de Cabo Bal, para más tarde recorrer toda la loma cimera hasta su llegar a la amplia cima del Puy Moné; opción que descartamos, ya que le vamos a dar una vuelta de tuerca a la circular, e ir hasta la zona conocida como la Mata del Pueyo, para ver un tejo milenario, y descansar en la fuente del Pueyo.

Así que en el collado, retrocedemos unos metros hasta coger el camino, por el que dirección Norte/Este vamos perdiendo suavemente desnivel, hasta alcanzar una curva a la derecha, donde lo abandonamos, y cogemos una senda poco clara en su entrada, por la que vamos atravesando una zona de carrascas, robles y matorral bajo, tomando de referencia las marcas blancas y azules, que seguimos desde la fuente l'Artica.

Cerca del cauce de un barranco, el camino se rompe, realizamos un sencillo destrepe, que no ofrece mayores complicaciones, que afianzar bien los pies, ya que el piso resbala. 

Superado, caminamos unos metros hasta cruzar el cauce seco del barranco, e iniciamos el ascenso, alternado tramos de bosque, con otros a cielo abierto, donde el sol todavía no calienta en exceso, por el que finalmente enlazamos con la pista de la Mata del Pueyo, por la que caminamos durante cincuenta metros, hasta alcanzar una encrucijada de caminos, donde por el momento cogemos el sendero que va hacia la fuente del Pueyo, para regresar haciendo una corta circular hasta este mismo punto.

Dirección Sur, caminamos unos metros hasta llegar al inicio del sendero, marcado como la Fuente del Pueyo, donde rápidamente nos introducimos en un espectacular y frondoso bosque de hayas, en el que se ubica un enorme ejemplar te tejo, que esta catalogado como Árbol Monumental, en el que nos detenemos un instante para observarlo, eso si, sin tocarlo, ya que salvo la envoltura que cubre sus frutos, es un árbol venenoso, porque contiene un alcaloide tóxico, llamado taxina.

Tras la pausa, continuamos por medio del hayedo, absortos con tanta belleza, aprovechando la buena sombra y el frescor que el bosque nos proporciona. Poco a poco, vamos descendiendo, después de una última bajada algo más pronunciada, salimos a la pista de la Mata del Pueyo, donde justo a la salida, se ubica la fuente del Pueyo, en la que nos detenemos para descansar, comer, y reponer agua, mientras disfrutamos de las vistas que tenemos de la Punta del Siete, donde a la vuelta no caminaremos muy lejos.

Desde el collado, retrocedemos unos metros, hasta coger un camino, por el que continuamos
Hasta llegar a una curva a la derecha, donde cogemos una senda poco nítida en su comienzo
Por la que nos introducimos en un bosque de carrascas, robles, y matorral bajo
En el que os fijamos en los detalles, en forma de flores
Tomando de referencia las marcas blancas y azules
Por el que enlazamos con la pista de la Mata del Pueyo
E iniciamos una pequeña circular hacia la fuente del Pueyo
Adentrándonos en un espectacular hayedo
En el que a pie del sendero, vemos un enorme Tejo catalogado como Árbol Monumental
Tras la pausa, seguimos por el hayedo en suave descenso
Hasta salir a una pista de tierra
Donde se ubica la fuente del Pueyo, en la que nos detenemos para descansar, comer, y reponer agua

Con energías renovadas, volvemos a la pista, caminamos durante cien metros por ella, hasta tomar una tímida trocha que nace a nuestra izquierda, marcada con un hito en su entrada, por la que vamos rodeando el hayedo, entre espino albar, cuya flor blanca, da el toque de color a la zona.

En apenas cinco minutos, llegamos a la encrucijada de itinerarios. En esta ocasión, cogemos el sendero botánico R3, por el que en suave ascenso, vamos andando dirección Norte, virando poco a poco hacia el Este, por un viejo camino que desaparece a media ladera, tomando de referencia las marcas blancas y azules, hasta alcanzar la punta de la loma, en la que se ubica el mirador de Puy Fonguera, desde el que obtenemos unas fantásticas vistas de la muralla natural que conforma la Sierra de Santo Domingo, sobre la que se eleva, el pico Santo Domingo, máxima elevación de la sierra.

El día es esplendido, nos apetece quedarnos largo rato en el mirador, pero toca seguir, ya que aún nos queda más de la mitad del recorrido, así que desde el mirador de Puy Fonguera, enfilamos el amplio y herboso cordal, por el prácticamente sin ganar ni perder desnivel, llegamos a la Punta de Cabo Bal, máxima elevación de la Sierra de Luesia, dejando a nuestra derecha, el desvío que más tarde cogeremos para enlazar con la senda de Mal Paso.

Como las vistas son casi idénticas, apenas nos detenemos para echar un vistazo a la Sierra de Santo Domingo desde la muga, que hace de punto geodésico. Después, seguimos por el cordal en suave descenso, con cuidado de no resbalar por la hierba, hasta enlazar con la pista que sube al Puy Moné, por la que caminamos durante apenas cincuenta metros, hasta llegar a la última rampa, donde preferimos no caminar por la agreste pista, y subir hasta al Puy Moné, por la ladera de la montaña, que resulta mucho más agradable para nuestras piernas.

Tras algo más de dos horas (2h 15'), alcanzamos la amplia cima del Puy Moné, donde hacemos una parada para echar un trago, comer un plátano, y disfrutar más en profundidad de la Sierra de Santo Domingo, donde podemos distinguir de izquierda a derecha, la Raya Alta, la apertura que rompe la muralla, conocido como el Portillo de Longas y la cresta baja de los Tablados.

Como telón de fondo, vemos los pirineos occidentales, donde a pesar de estar parcialmente nublado, distinguimos algunas de sus cimas, como la Peña Ezkaurre, Peña Forca, Bisaurín o el Aspe, además de la Sierra de Leyre, ya en la vecina Navarra.

Desde la fuente, caminamos por la pista durante cien metros, hasta tomar a mano izquierda una trocha
Por la que vamos rodeando el hayedo, entre espino albar
Hasta llegar de nuevo a la encrucijada, donde esta vez cogemos el sendero botánico R3
Donde continuamos en suave ascenso, por amplio camino hasta media ladera
Que desaparece en la parte final, avanzando monte a través
Hasta alcanzar el mirador de Puy Fonguera
Desde el que disfrutamos de una amplia panorámica de la Sierra de Santo Domingo
Luego, enfilamos el ancho y herboso cordal
Por el que rápidamente, alcanzamos la Punta de Cabo Bal
Sin apenas detenernos, seguimos por el cordal, hasta enlazar con la pista que sube al Puy Moné
Hasta enlazar con la pista que sube al Puy Moné
Donde caminamos unos metros, para dejarla y continuar por la loma, hasta la cima del Puy Moné
En cuya aplanada cima, se ubica un puesto de vigilancia contra incendios, donde nos sentamos a la sombra
Mientras disfrutamos más en profundidad de la Sierra de Santo Domingo, y del Pirineo Occidental

Permanecemos unos minutos más en la cima, charrando con el guarda, que nos desvela algunas zonas que no conocemos. Después, regresamos sobre nuestros pasos hasta la Punta de Cabo Bal, donde descendemos unos metros observando la loma de conglomerado por la que discurre la senda de Mal Paso, a cuya entrada llegamos en apenas un minuto, en la que convergen el sendero botánico R3 y el GR.1, sendero de gran recorrido, que desde las ruinas de Ampurias (Gerona), hasta el Puerto de Palos (Cantabria), recorre durante 1.074,5 kilómetros, numerosas localidades que durante la Edad Media, fueron importantes plazas fronterizas.

En este punto, abandonamos el amplio cordal, que más adelante a nuestro regreso retomaremos, y cogemos la senda que a nuestra izquierda, nos adentra en un precioso quejigal, donde podemos ver algunos guillomos ya en flor, por el que en fuerte descenso, vamos perdiendo desnivel, dirección Norte/Este, atravesando algunas zonas de claros, hasta que finalmente a la altura de un preciso tilo, llegamos al inicio de la cresta de Mal Paso, que recibe este nombre, porque antaño, este era un paso en el que las caballerías, se las veían tiesas para pasar.

A nuestra derecha, vemos la cresta que recorre la loma de Escorrola, por la que más tarde subiremos, mientras comprobamos como el GR.1, y la senda botánica se separan, descendiendo está última, hacia el barranco de Ambite.

Nosotros, continuamos por la senda principal; nos metemos de lleno en la amplia cresta de Mal Paso, que desde arriba parecía más complicada, pero una vez aquí, hay una senda muy clara, que la recorre por el medio, sin ninguna dificultad, por la que vamos avanzando, disfrutando de las hermosas vistas que tenemos de la Sierra de Santo Domingo, tomando de referencia una pequeña elevación, a la que poco a poco nos vamos acercando.

Próximos a ella, la senda se difumina, aunque parece que se puede ir hasta ella, nos extraña que con lo bien marcado que esta todo el recorrido, llevamos un rato sin ver mojones. Retrocedemos unos metros, comprobamos como una tímida senda sale hacia la derecha (izquierda cuando se llega de frente a este punto), que decidimos seguirla, y efectivamente a los pocos metros, nos topamos con un mojón, que corrobora nuestra teoría.

Ya en la senda correcta, está gira a la derecha, se transforma en un claro sendero, por el que comenzamos a rodear la loma de conglomerado, alternando tramos de matorral bajo, con otras de un precioso bosque, afeado por las continúas cintas de la FAM, que han colocado para marcar una carrera de montaña, que discurre por la Sierra de Santo Domingo y los montes de Luesia.

Sobre la cota 1.100 metros, llegamos al Collado Erica la Fosa, a nuestra izquierda, tenemos la posibilidad de bajar hasta el Pozo Pígalo, opción que descartamos, ya que alarga en exceso el recorrido. Además existe un recorrido circular bastante atractivo, que se inicia desde el mismo Pozo Pigalo, que nos apetece realizar otro día, así que cruzamos un contador de ganado, y nos detenemos un instante en el collado, para echar un trago de agua.

Después, regresamos por la loma hasta la Punta de Cabo Bal
Observando la loma de conglomerado, por la que discurre la senda de Mal Paso
Unos metros más adelante, llegamos al inicio de la senda, en la que confluyen el GR.1 y la senda botánica R3
En la que continuamos bajando entre bojes, que dan paso 
A un precioso bosque de quejigos, en el que bajamos con cuidado
Hasta salir a cielo abierto, a la altura de un bonito tilo, en el que comienza la cresta de Mal Paso
Por la que continuamos por una bonita senda, con vistas a la Sierra de Santo Domingo
Y a la loma de Josepín
Cerca de una pequeña elevación, la senda se divide en dos; tomamos la de la izquierda
Que tras girar a la derecha, se transforma en un claro sendero
Por el que vamos alternando tramos de matorral bajo
Con otros de bosque
Hasta llegar al Collado de Erica la Fosa, donde tenemos la posibilidad de bajar al Pozo Pígalo

Hidratados, caminamos unos metros dirección Norte por el collado, donde a lo lejos podemos ver el cortafuegos por el que discurre, parte del itinerario que desde Biel, sube hasta el Pico Santo Domingo, cuya entrada, hayamos rápidamente a nuestra derecha, en una preciosa senda, por la que discurre el GR.1, que no aparece como tal en los mapas; que entendemos que será una variante que sube desde Biel, por la cual comenzamos a descender suavemente, tomando de referencia las clásicas marcas blancas y rojas.

Roble, pino, y boj, componen en su mayor parte la vegetación de está porción de la Sierra de Santo Domingo, por la que ahora transitamos. De vez en cuando el bosque se abre, dejando entrever la gran masa forestal, que también componen los montes de Biel, que se han ido formando, en torno al río Arba de Biel.

A medida que vamos perdiendo desnivel, la vegetación va cambiando, poco a poco, los pinos se van apoderando de las zonas bajas, hasta copar todo el entorno que nos rodea. Cuando alcanzamos el kilómetro diez, llegamos al desvío a la Peña Predicadera, donde aprovechamos para hacer una larga parada para comer, y echar un trago, a la sombra de los pinos.

Después, regresamos a la senda principal, por la que continuamos en suave descenso, hasta alcanzar un muro roca donde la senda comienza a describir sucesivas lazadas, que nos llevan hasta el fondo del barranco de la Carbonera, en el que la senda se transforma, en un amplio camino herboso, por el cual vadeamos el cauce del barranco, que al no llevar apenas agua, no presenta ninguna dificultad.

Ya en la otra margen, seguimos por el camino herboso durante medio kilómetro, dejamos a nuestra derecha un largo muro de piedras, que delata que antaño, aquí hubo algún tipo de construcción; unos metros más adelante llegamos a una bifurcación, perfectamente señalizada, teniendo la posibilidad de ir hasta Biel por el GR.1, o hasta el Puy Moné por Escorrola.

Desde el collado, tomamos una senda por la que discurre el GR.1, entre un bosque mixto
Que de vez en cuando se abre, y nos deja entrever la espesa masa forestal, que componen 
Los montes de Biel, que se han ido formando entorno al río Arba de Biel
A medida que vamos perdiendo desnivel
 La vegetación va cambiando, poco a poco, los pinos van ganando terreno
Sobre el kilómetro diez, llegamos al desvío a la Peña Predicadera
Aunque nosotros seguimos por la senda principal, tomando de referencia las marcas blancas y rojas 
Atravesando en claro descenso un precioso pinar, en el que aprovechamos para trotar
Pasando junto a un muro de roca, donde la senda comienza a describir sucesivas lazadas
Que nos llevan hasta el fondo del barranco, donde la senda se transforma en un camino herboso
Por el que vadeamos el barranco de la Carbonera
Para seguir caminando durante medio kilómetro
Hasta llegar a una bifurcación, perfectamente señalizada

De las dos opciones, nos decantamos por subir por el PR. hacia el Puy Moné, aunque tan solo llegaremos hasta el Collado de Palomeros, superando un desnivel positivo de más de 400 metros.

Dicho y hecho, tomamos el sendero de nuestra derecha, por el que dirección Norte/Oeste, comenzamos a remontar la parte baja de la loma de Escorrola, por terreno agreste, donde la vegetación se compone básicamente de matorral bajo, que apenas nos ofrecen sombra, eso, y que la pendiente es bastante pronunciada, hace que lentamente vallamos ganando desnivel, teniendo que detenernos de vez en cuando para mitigar el resuello.

Ya es mediodía, el sol aunque tapado a ratos por las nubes comienza a notarse, el sendero realizada varias lazadas, dejando a nuestra izquierda, un pequeño muro de piedras. Poco a poco la pendiente se va suavizando, aumentamos el ritmo, nos metemos en una zona de arbolado, tomando de referencia las marcas blancas y amarillas, donde predominan las carrascas, junto con algún que otro pino.

Rápidamente, salimos a cielo abierto, las vistas se amplían, hacia el Norte podemos ver la cresta de Mal Paso, por la que hace un rato hemos descendido; al Sur, se aprecia el desfiladero, que forma el barranco de la Carbonera, a su paso por la Bal de Biel, que más abajo desemboca en el río Arba de Biel.

Siguiendo el sendero, alcanzamos la cresta de Escorrola, amplio paso, que no ofrece ninguna dificultad, por la que avanzamos cómodamente, atentos al sendero, que entre matorral bajo se pierde de vez en cuando, y lleva a la confusión, teniendo que retroceder sobre nuestros pasos en varias ocasiones.

Sobre la cota 1.234 metros, alcanzamos el Collado de Palomeros, donde enlazamos con el GR.1, que recorre el amplio cordal, que se dirige hacia el Oeste al Puy Moné, y al Sur, al Collado del Correo, que es nuestro próximo destino, aunque de momento descansamos unos minutos, para disfrutar de la muralla calcárea que conforma la Ralla Alta o As Rallas de Santo Domingo.

En el cruce, abandonamos el GR. para coger el sendero por el cual discurre un PR, que en fuerte pendiente
 Ganamos lentamente desnivel, pasando junto a un muro de piedra
Y adentrándonos en una zona de bosque, donde el terreno se suaviza
Tomando de referencia las marcas blancas y amarillas
Por el que poco a poco vamos saliendo del pinar
Hasta salir a cielo abierto, donde disfrutamos de las vistas al barranco de la Carbonera
Y a la sierra de Santo Domingo
Punto en el iniciamos la loma de Escorrola, siguiendo una tímida senda, por la que avanzamos despacio
Ya que en ocasiones se difumina, teniendo que retroceder en algunas puntos
Para continuar subiendo entre matorrales
Hasta alcanzar el collado de Palomeros, donde enlazamos con el GR.1
En el que descansamos unos minutos, mientras disfrutamos de la Ralla Alta o As Rallas de Santo Domingo

En el collado, nos detenernos un instante para refrescarnos, después, caminamos unos metros por la loma dirección Sur, hasta llegar a un nuevo cruce, donde enlazamos con una pista de tierra, por la que continuamos disfrutando de las vistas a la Punta del Siete, atravesando algunas zonas de bosque, donde las hayas en menor proporción, vuelven hacer acto de presencia.

Tomando de referencia las marcas blancas y rojas del GR.1, llegamos a la altura de las curiosas formaciones de arenisca, que la erosión ha modelado a lo largo de los siglos, conocidas en la zona como las Ripas Altas, donde también podemos apreciar la población de Biel, y tirando de zoom los Mallos de Riglos.

Tras disfrutar de las vistas, regresamos a la pista, descendemos por ella hasta alcanzar el Collado del Correo, donde el GR.1 desciende hacia Biel. Nosotros, cogemos el Camino del Correo (sendero botánico R2), que era el que utilizaba el cartero para ir de Biel a Luesia, por el que continuamos durante medio kilómetro dirección Sur/Oeste, caminando por la linde del Hayedo de la Bal, dejando a nuestra izquierda la loma de la Punta del Siete.

A nuestra derecha, vemos la entrada a la senda del Correo, marcada en su inicio con las marcas blancas y azules, por la que comenzamos a descender, por medio del espectacular hayedo de la Bal, en el que nuestros sentidos se deleitan ante tanta belleza, parando en repetidas ocasiones, para disfrutar de este magnífico bosque de hayas, por el que alcanzamos la pista que sube al Puy Moné, justo a la altura del refugio de l'Artica, donde cerramos el círculo, a esta primera incursión por el Paisaje Protegido de la Sierra de Santo Domingo, que a sido un gran descubrimiento, y al que volveremos sin duda en más ocasiones, sobre todo en otoño, que tiene que ser una pasada.

Ya en el coche, hacemos una tanda de estiramientos, después, nos comemos sendos bocatas de lomo, con su pertinentes cervezas, y vuelta a Zaragoza, que nos esperan en casa.

Desde el cruce, caminamos unos metros por la loma
Disfrutando de las vistas hacia la Bal de Luesia
Hasta enlazar con una pista de tierra, por la que vamos atravesando pequeñas zonas de bosque
Tomando de referencia las marcas rojas y blancas del GR.1
Deteniéndonos un instante para ver las curiosas formaciones conocidas como, las Ripas Altas
Donde tirando de zoom, también podemos ver los Mallos de Riglos y la Peña Gratal
De vuelta a la pista principal, descendemos hasta el Collado del Correo
Donde abandonamos el GR.1, que desciende hacia Biel y cogemos el Camino del Correo
 Por el que avanzamos durante medio kilómetro
Hasta llegar al inicio de la senda del Correo, por la que nos adentramos en el hayedo de la Bal
En el que nuestros sentidos, se deleitan ante tanta belleza
Parando en repetidas ocasiones, para disfrutar de este bosque mágico
Que desemboca en el refugio de l'Artica

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