miércoles, 24 de mayo de 2017

Ascensión al Moncayo 2314 m. por el Corredor de los Gendarmes, y descenso por la vía de verano


La sierra del Moncayo, tiene una extensión de 25 kilómetros de largo por 8 kilómetros de ancho, siendo su máxima elevación con sus 2.314 metros, el pico Moncayo o San Miguel, situado entre las provincias de Zaragoza y Soria.

Desde el punto de vista geológico, el espacio está dominado por materiales silíceos (areniscas, lutitas, conglomerados) que constituyen el núcleo del macizo, si bien en las zonas periféricas aparecen materiales calcáreos (calizas y dolomías).

Con dos vertientes claramente diferenciadas, la cara Sur es más soleada, contiene una representación de pinares, encinares, quejigos o arces, que en las zonas altas dan paso a los sabinares rastreros con efedras y cojines de monjas, que sobre un suelo calizo erosionado por el agua a lo largo de los siglos, a formando un sinfín de barrancos, simas o cuevas.

En contraste, la cara Norte es más húmeda y fría. Alberga bosques húmedos, dispuestos en pisos altitudinales, en función de sus requerimientos de humedad y temperatura, situándose en las zonas más bajas los encinares, que dan paso a mayor altitud a rebollares y hayedos, enlazando en las partes altas con frondosos pinares de pino silvestre, que a partir de los 1.700 metros son formados de pino negro, siendo ambas especies fruto de una repoblación, debido al pastoreo intensivo y al carboneo, que dejó desnudo una importante parte del monte.

Las ascensiones más habituales, son desde la parte aragonesa por el GR.90.1 y desde la parte soriana, remontando el cauce del río Transmoncayo (La Cueva de Ágreda). En invierno, para evitar la exposición que ofrece la subida por la vía de verano (trampolín), se accede a través del Cucharón, pero existe una alternativa algo más compleja técnicamente, aunque mucho más bonita, la subida por el corredor de los Gendarmes, que es por donde hoy voy acceder, a la cima del Moncayo.



Este año ando muy liado con el trabajo, apenas he podido salir, así que aprovecho que este domingo tengo fiesta, para hacer una ascensión matinal al Moncayo, por el Corredor de los Gendarmes, así que sobre las ocho de la mañana, salgo de cuarte de Huerva y en poco más de una hora, me planto en la pista que recorre el Parque Natural, que remonto hasta el aparcamiento de Haya Seca, que a estas horas, se encuentra a rebosar de vehículos.

Antes de empezar, como algo, compruebo que todo esta en su sitio, y sobre las 9:30 horas, inicio el recorrido por el camino del Mojón, amplia pista de tierra, por la que en suave ascenso, alcanzo rápidamente la fuente del Chorro, y doscientos metros más adelante, el Santuario de Nuestra Señora del Moncayo, donde una fila continúa de personas, inician la ascensión.

Para seguir con la tradición, el primer trago de agua lo pego en la fuente de San Gaudioso, después, continúo dirección Sur, tomando de referencia por unos metros, las marcas rojas y blancas del GR.90.1, hasta que alcanzo una bifurcación, donde tengo la opción de subir al Moncayo, por el collado de Bellido, o por la vía clásica, del circo de San Miguel, opción está última, que es la que escojo, así que giro a la derecha, abandono el GR.90,1, y prosigo en suave ascenso, por las lindes del pinar.

Nada más cogerlo, llego a la altura de un numeroso grupo, que camina en fila india por el estrecho sendero, como no es posible pasarlos, me quedo al final; poco a poco, nos vamos adentrando en el pinar, dejando atrás el santuario, y mucho más abajo, las llanuras del Valle del Ebro, que hoy después de varios días, permanecen despejadas, sin la molesta niebla.

A medida que avanzo, la nieve comienza hacer acto de presencia de forma discontinúa, al estar en una umbría, a estas horas es todavía hielo, así que como de momento no puedo calzar crampones, voy sorteando los tramos más peliagudos, por los laterales del sendero, donde hay más tierra, y asiéndome a las ramas de los pinos con cuidado, sin ejercer mucha presión, ya que las ramas de algunos de estos pinos, aunque su estado exterior parece saludable, en su interior pueden estar podridas.

En un recodo el grupo se detiene, ahora es buen momento para pasarlos, así que me despido de ellos, con la certeza de que más adelante nos volveremos a encontrar, y a la marcheta, sigo dirección Oeste por medio del pinar, disfrutando de estos minutos de soledad, que seguro que cuando alcance el Pozo de San Miguel, se acabará.

Sobre la cota 1.700 metros, llego hasta un pequeño claro donde la nieve cubre el sendero, aunque las huellas lo rodean por la izquierda, yo sigo todo recto por las lindes del bosque, hasta la altura de un pequeño muro de piedras, que cierra el paso a un sendero secundario, que sube hacia el circo de San Guadioso.

A partir de este punto, el manto de nieve ya es continuo, no tiene mucho espesor, pero el suficiente para caminar cómodamente, hasta salir del bosque, donde a lo lejos ya puedo ver, el espectacular Circo de San Miguel.

Desde el aparcamiento de Haya Seca, comienzo a subir por el camino del Mojón
Por el que llego al Santuario de Nuestra Señora del Moncayo y a la fuente de San Gaudioso
Y enlazo con el GR.90.1, por el que sigo hasta un cruce de senderos
Donde cojo el sendero que sube a la cumbre del Moncayo, por el circo de San Miguel
En el que me adentro en el pinar, donde comienzan a aparecer las primeras manchas de nieve
Sobre la cota 1700 metros, alcanzo un pequeño claro en medio del bosque, que paso por un lateral
Nada más cruzarlo, el manto de nieve ya es continuo y tras varias lazadas
Salgo del bosque; a lo lejos, ya puedo ver el circo de San Miguel

Fuera de la protección de los pinos, el sol calienta de lo lindo, el cielo esta despejado y no sopla el viento, así que hago una parada para ponerme protección solar, y calzar crampones, que aunque de momento se puede continuar sin ellos, prefiero ponerlos ahora, y comprobar el ajuste en llano, para evitar tener que parar, cuando la pendiente se acentúe.

Mientras termino de ajustarlos, el grupo me sobrepasa, me coloco detrás de ellos, justo en el inicio del canchal, previo al Pozo de San Miguel, donde el sendero se bifurca en dos, a la izquierda por la vía clásica de verano; recto al Cucharón, y al al Corredor de los Gendarmes.

Del grupo, la mayoría toma la vía de verano, tan solo cuatro se deciden por las vías de invierno, yo para no molestar, me pongo al final, y disfrutando del entorno, sigo caminando por medio del canchal, que afortunadamente, tiene un espesor de nieve aceptable, lo que me permite avanzar con comodidad.

De camino al Pozo de San Miguel, me cruzo con dos montañeros, que acaban de bajar por el Cucharón, me comentan que han subido por el Corredor de los Gendarmes, y que a pesar de que no tiene mucha nieve, se sube bastante bien.

Con estas buenas noticias, nos despedimos, continúo unos metros más hasta llegar al Pozo de San Miguel, donde el sendero se bifurca en dos, al Oeste por el Cucharón, y hacia Norte/Oeste al Corredor de los Gendarmes, opción que elijo, y por la que finalmente se decantan los integrantes del cuarteto.

Desde el Pozo de San Miguel, inicio el tramo más entretenido de la ascensión, los primeros metros son de entrenamiento, ya que la pendiente todavía no es muy fuerte, y la fina de capa de nieve, hace que camine cómodamente, sin apenas gastar energías.

Poco a poco, la pendiente se va acentuando, el grosor de nieve es mayor, y en estas cotas bajas está ya algo blanda, lo que hace que avanzar resulte más costoso, ya que los crampones no hacen bien su trabajo.

Sobre la cota 2.000 metros, alcanzo el primero de los gendarmes, que da acceso al corredor central, tras pasarlo, cruzo un corto tramo de piedras, que no han sido cubiertas por la nieve; después continúo por el ancho corredor, donde la pendiente alcanza rampas cercanas a los 40º, en las que el grupo tira a fuego, aunque viendo las trazas que tiene uno de ellos subiendo, me da que más tarde lo acabará pagando.

A cada paso, el esfuerzo se nota cada vez más, la fuerte pendiente, y la baja forma en la que estoy, comienzan hacer mella, además no quiero forzar mucho, ya que el cuádriceps de la pierna derecha, no está para muchos trotes, y hace tiempo que pide una sesión de fisio.

Cuando alzo la cabeza, compruebo que estoy a los pies del segundo de los gendarmes, que se eleva vertical e imponente hacia el cielo, que con sus veinticinco metros de altura, cuenta con una vía de escalada de V/V+, equipada con parabolts, y que no me importaría subir.

Nada más dejarlo atrás, debido a la falta de nieve, el corredor se divide en dos, de momento opto por subir por el lado derecho, donde la pendiente llega su máximo grado, con una inclinación de 45/50º, en el que comienza a sobrarme la ropa, aunque como me encuentro próximo a salir de la protección del corredor, prefiero aguantar.

Unos metros más adelante, veo como el grupo para a descansar, comentan que más adelante este tramo del corredor, apenas tiene nieve, así que decido cambiarme al corredor izquierdo, donde parece que la nieve es más continúa, por lo que comienzo un corto, pero expuesto flanqueo, por el que alcanzo en un par de minutos la otra vertiente, donde aprovecho para detenerme un instante, para disfrutar de las vistas que hay desde este punto intermedio del corredor.

Por medio del canchal, avanzo hacia el Pozo de San Miguel
Donde la huella se divide en dos. al Oeste por el Cucharón y hacia Noroeste, al Corredor de los Gendarmes
Opción esta última, que es la que escojo
En el que a medida que voy ganando desnivel, la pendiente se va acentuando 
Y sobre la cota 2000 metros, alcanzo el primero de los gendarmes
Por el que accedo al corredor, que da acceso
Al segundo de los gendarmes, que cuenta con una vía de escalada V/V+
Unos metros más adelante, la falta de nieve hace que el corredor se seccione en dos
Eligiendo el sector de la derecha, donde me detengo un instante para disfrutar de las vistas

Antes de seguir, hago unos estiramientos, después, reanudo la ascensión por el corredor izquierdo, donde el manto de nieve al principio es más permanente, pero al alcanzar un resalte de unos dos metros de altura, está desaparece, por lo que tengo que hacer una sencilla trepada, buscando las zonas de vegetación, para no estropear las puntas de los crampones, y asegurarme un buen agarre.

Superado, llego a la altura del grupo, que me preguntan si merece la cambiarse a este lado, opción que les descarto, ya que más o menos están en las mismas condiciones, y además más arriba la nieve se mezcla con la hierba.

Con este panorama, decido tirar para arriba, hasta llegar a la base de una pared de roca, donde realizo un flanqueo a la derecha, buscando las zonas con más nieve, hasta salgo definitivamente del Corredor de los Gendarmes.

La pendiente en este tramo disminuye ligeramente, dejo atrás al grupo, que sigue descansando, y pongo los cinco sentidos en el siguiente tramo, donde las huellas dejadas por otros montañeros, se dispersan, por lo que decido abrir mi propia huella, realizando una sucesión de zetas, que me permiten reducir el esfuerzo, y alcanzar rápidamente el inicio de la pala final.

Desde este punto, apenas me queda medio kilómetro, y poco más de cien metros de desnivel positivo, la fina capa de nieve se encuentra dura, lo que permite que los crampones hagan bien su trabajo, y avance a un ritmo lento pero continuado.

Poco a poco voy ganando metros a la pala, de vez en cuando, echo una miradas atrás para disfrutar de este día despejado del mes de febrero, donde hoy diviso perfectamente los Pirineos, y como uno de los integrantes del grupo, avanza a buen ritmo, hasta llegar a mi altura, en apenas unos minutos.

Durante unos segundos permanecemos a la par, charrando un poco, después cada uno sigue a su ritmo; tras algo más de dos horas, alcanzo la loma donde enlazo con el GR.86, por el que sigo hasta llegar a la talla de la Virgen del Pilar, rodeada por un gran chupón de hielo, y un minuto más tarde al vértice geodésico de la Cima del Moncayo, donde como es costumbre, toca pedir turno, para poder hacerme una fotografía en solitario.

En uno de los vivac próximos a la cima, permanezco unos minutos, reponiendo fuerzas, mientras disfruto de las vistas hacia el Norte/Oeste de los Picos de Urbión, y al Este de los Pirineos.

En el resalte, avanzo hasta la base de un muro de roca
 Donde realizo un flanqueo a la derecha
Por el que salgo del Corredor de los Gendarmes
Y acometo la pala final, con la nieve algo dura, por la que avanzo a buen ritmo
Disfrutando de las vistas hacia el Pirineo
Y el pozo de San Miguel
Hasta enlazar con el GR.86, por el que llego a la talla de la Virgen del Pilar y acto seguido
Al vértice geodésico, que marca la cima del Moncayo
Desde el que disfruto de las vistas hacia el Noroeste de los Picos de Urbión
Y al Este de los Pirineos

Son las doce y media, he prometido estar a la hora de comer, así que comienzo el descenso, de momento tomando de referencia las marcas rojas y blancas del GR.86, hasta llegar a la altura del Collado del Alto de las Piedras, donde el GR se dirige a tierras sorianas por el barranco del Colladillo.

Una vez en el collado, me toca decidir la vía de descenso; izquierda por la inclinada pala del Cucharón, o continuar unos metros más por el cordal, y descender por la vía clásica de verano.

Aunque me apetece más bajar por el Cucharón, creo que descenderé más rápido por la vía normal de verano, así que continúo por el cordal dirección Sur/Este, por el que en suave descenso paso junto al mojón, que marca la irrelevante cima del Cerro de San Juan, desde la que se divisan las siluetas de las sierras, y montañas adyacentes al Parque Natural.

Desde el Cerro de San Juan, camino unos metros más por la planicie, hoy cubierta íntegramente de nieve, algo que no siempre es así, ya que el cierzo se encarga de transportar la nieve de la loma al Pozo de San Miguel, hasta alcanzar el collado desde el que inicio el descenso por la vía de verano, alejándome del peligroso tramo de la escupidera, donde un resbalón, me catapultaría al vacío.

A pesar del calor, la nieve a esta altitud permanece en buen estado, la capa no es muy gruesa, lo que ayuda a descender a buen ritmo, sin peligro, salvo por algún grupo que caminan como patos, por lo que decido pasarlos, y dejarlos atrás lo antes posible.

Cuando llego a la parte media del descenso, me detengo un instante para disfrutar de las vistas, hacia el Sur del Circo de San Gaudioso, que tiene un espectacular blanco azulado, y al Oeste de los diversos corredores, que suben a la cima del Moncayo, en el que destaca el Corredor de los Gendarmes, que hace algo más de una hora que he recorrido.`

Tras la pausa, reanudo el descenso, el sendero a estas horas se encuentra muy pisado, a pesar de que son más de las dos de la tarde, todavía me cruzo con algunos montañeros que suben a la cima, por lo que en algunos puntos, comienzo a realizar varias lazadas fuera de sendero, para no tener que esperar.

Después de hora y cuarto de descenso, alcanzo el canchal donde esta mañana he iniciado la circular, avanzo unos metros por la llanura, hasta llegar a las lindes del pinar, donde se presenta una curiosa estampa, en el que un grupo de monjas, con sus hábitos puestos, se hacen fotos con el Circo de San Miguel de fondo.

Desde la cima, regreso por el cordal tomando de referencia el GR.86
Hasta el Collado del Alto de las Piedras, donde continúo recto hacia el Cerro de San Juan
Desde el que obtengo unas bonitas siluetas, de las sierras, y montañas adyacentes al Parque Natural
Unos metros más adelante, alcanzo el collado
E inicio el descenso por la vía de verano
Alejándome de la escupidera
Mientras observo desde lo alto, los distintos corredores que hay para subir al Moncayo
Hasta alcanzar las lindes del pinar

Cerrado el círculo, ahora tan solo me queda regresar hasta el aparcamiento de Haya Seca, así que pausadamente, me adentro en el pinar, por el sendero oficial de ascensión al Moncayo, por el que desciendo, hasta llegar al pequeño claro en medio del bosque, en el que me detengo para quitar los crampones, ya que la capa de nieve a partir de este lugar, es discontinúa.

De nuevo en marcha, prosigo el descenso por el sendero, donde voy esquivando las placas de hielo, ahora algo más blandas que esta mañana, lo que me permite bajar sin ninguna complicación.

Tras varias lazadas, salgo a las lindes del pinar, donde ya puedo ver el tejado del santuario; unos metros más adelante, llego hasta la bifurcación de senderos, en la que giro a la izquierda, y enlazo con el GR.90.1 por el que continúo hasta el Santuario de Nuestra Señora del Moncayo, que ahora si se encuentra abierto.

En este punto, abandono el GR que desciende hacia la Fuente de los Frailes y sigo en suave descenso por el camino del Mojón, por el que tras cuatro horas y media, alcanzo el aparcamiento de Haya Seca, donde doy por finalizada está ascensión matinal, por la que a mi parecer, es la vía invernal más bonita de ascensión al pico Moncayo o San Miguel, que si no tiene placas de hielo, o excesiva acumulación de nieve, no presenta grandes dificultades técnicas, para las personas habituadas a este tipo de actividades.

Antes de partir a Zaragoza, aprovecho para bajar con la furgoneta a la fuente de los Frailes, echar un trago, y hacer una tanda de estiramientos, para evitar tener mañana molestias en los cuádriceps.

Cerrado en circulo, ahora toca regresar al aparcamiento de Haya Seca
Así que continúo el descenso, adentrándome poco a poco en el pinar
Hasta llegar a un pequeño claro en el bosque, donde me quito los crampones
Para avanzar disfrutando de este precioso pinar
Pisando con cuidado en algunas zonas, donde la nieve está dura
Hasta alcanzar el cruce de senderos
Donde enlazo con el GR.90.1, por el que desciendo pasando junto al Santuario de Nuestra Señora del Moncayo
Que abandono, para seguir por el camino del Mojón, por el que llego al aparcamiento de Haya Seca

sábado, 6 de mayo de 2017

Circular al robledal blanco de Mesomero, desde el Cuello San Garbá


A escasos 50 kilómetros de la ciudad de Zaragoza, se encuentra la sierra de Algairén, un conjunto montañoso formando por pizarras y cuarcitas del cámbricosituada en las comarcas de Campo de Cariñena y Valdejalón, constituyendo una pequeña unidad bien individualizada del Sistema Ibérico, siendo su punto culminante con 1276 metros, el pico Valdemadera.

Catalogada como LIC, dentro de la declaración de la Red Natura 2000, sus laderas se encuentran parcialmente revestidas de carrascales, mientras el resto han sido repobladas por diferentes especies de pinos (nigra, pinaster y halepensis), aunque también existen otras especies como romeros, jaras, enebros, alcornoques, 
robles e incluso una pequeña mancha de roble albar (quercus Petraea), que en latín significa, piedra, haciendo referencia a la dureza de su tronco.

Está especie, es muy escasa en Aragón y tan solo es posible encontrar algunas manchas, en el Moncayo, Pirineos, y en la vertiente oriental de la Sierra de Algairén, en el desconocido Valle del Mesomero, que hoy quiero recorrer, uniendo varios senderos balizados.



Como hoy es un paseo y en está época del año, algunos domingos se realizan batidas de caza por la zona, me lo tomo con tranquilidad. S
obre de las once de la mañana, salgo desde Cuarte de Huerva hacia Almonacid de la Sierra, en vez de dejar la furgoneta en dicha población, aprovecho que los caminos son buenos, para reducir las distancias, y quitarme unos cuantos kilómetros de camino sin interés, así que desde la misma plaza de España, tomo el camino de la Hermana, con buen firme y totalmente llano, a excepción del último kilómetro, donde comienzo a subir hasta alcanzar el Cuello San Garbá, conocido por los lugareños, como la Replaceta de Almonacid, en la que convergen varios itinerarios.

Desde el cruce de caminos, comienzo a trotar durante poco más de cincuenta metros, por medio de un cortafuegos, hasta que a mano derecha, tomo la Senda de la Lechera, por la que me interno en el pinar, por un camino de tierra que rápidamente se transforma en una senda, perfectamente trazada, que de vez en cuando, atraviesa pequeñas zonas despobladas de vegetación, pasando por el 
mirador de la Val de Garzón, desde el que puedo comprobar la gran masa arbórea que cubre todo esta cara de la Sierra de Algairén, y el bonito contraste que ofrece con las llanuras del campo de Cariñena.

Absorto en el paisaje, el sonido de un disparo me devuelve a la realidad, durante unos segundos me quedo en silencio, hasta que dos nuevos disparos me ponen en alerta. A pesar de la hora que es, compruebo que al otro lado de la sierra, están realizando una batida de jabalíes, así, como de momento voy por la cara opuesta, decido continuar regresando a la senda, y a la carrera, me adentro definitivamente en el pinar de la Hermana, siempre en ligero ascenso, tan solo unos metros por debajo de la base de la cresta de la Sierra, que hace poco más de un mes, en compañía de Ángel y Marián, recorrimos cuando realizamos la integral a la Sierra de Algairén.

Tras algo más de kilómetro y medio, comienzo a descender, la senda se deja correr muy bien y poco a poco, me voy acercando al pico El Cortado, cuyo perímetro exterior se encuentra cercado, mientras sigo escuchando algún disparo, aunque cada vez más dispersos, hasta alcanzar
 la confluencia con la senda que baja desde la cresta de la Sierra, donde me encuentro, con una pareja que viene asustada al escuchar los disparos, les tranquilizo, explicándoles que en este lado están a resguardo y después. prosigo por la senda, por la que tras algo más de veinte minutos, llego al Collado de la Hermana.

En el collado, la senda gira 90º para evitar el vallado cinegético, que me impide continuar por el antiguo camino de Almonacid, por el que se sube a la Peña de la Hermana, que tengo justo enfrente y más adelante, al pico El Cortado, que no ofrece mayor interés, que sumar una cima más a la lista. Antes de seguir, me detengo un instante para echar un trago de agua, mientras corroboro que los disparos han cesado, así que a la carrera, comienzo a perder desnivel de forma rápida, por la espectacular Senda las Tiernas, por la que me adentro en un denso encinar, cuyas ramas se encuentran colonizadas por los líquenes.

En un pequeño claro, me detengo para disfrutar de las vistas hacia el Este, con el Pico Moncayo o San Miguel, como máximo protagonista, cuya cima ya se encuentra nevada, y hacia el Norte, la cercana Sierra de Vicort, en la que destaca la silueta del pico del Rayoaunque sin duda el paraje que más me llama la atención, es el desconocido valle del Mesomero, que se encuentra en lo hondo, cubierto casi en su totalidad por una espesa masa boscosa.

Después, me adentro de nuevo en el maravilloso encinar, donde poco a poco la pendiente se va suavizando, pasando junto a los restos de las antiguas carboneras de la Val de Medollo, que recuerdan que la extracción de carbón vegetal en está zona, era uno de los principales oficios, como así lo atestiguan, las más de ciento cincuenta carboneras, que hay repartidas a lo largo de la sierra.

Siguiendo las marcas blancas y amarillas del PR-Z14, continúo el descenso hacia el valle del Mesomero, por un terreno de sube y baja, con el piso perfecto que permite la carrera, acercándome poco a poco al fondo del valle, donde 
el bosque comienza a clarear, hasta alcanzar el valle de Tiernas, que en esta zona recibe varios nombres, como valle del Mesomero e incluso el valle del Amor, debido a que en los años noventa, una comuna hippie, intento establecerse en esta zona.

Desde el Cuello San Garbá, inicio la circular por medio de un cortafuegos, por el que rápidamente
Enlazo a mano derecha, con la senda de la Lechera
Por la que voy alternando tramos de pinar
Con algunos claros, en el que se ubica, el mirador de la Val de Garzón
Hasta que sobre la cota 950 m, me adentro definitivamente en el pinar de la Hermana
Por el que en suave descenso, me voy acercando al pico El Cortado
Y tras algo más de veinte minutos, llego al Collado de la Hermana
En el collado, la senda hace un giro de 90º, que evita un vallado cinegético
 Y ya, a la carrera, inicio un bonito descenso
Por el que me adentro, en un espectacular bosque de encinas
Que de vez en cuando clarea, disfrutando de las vistas hacia el Moncayo
Y la sierra de Vicort, aunque sin duda, destaca en lo hondo, el valle del Mesomero
Hacia el cual desciendo
Adentrándome definitivamente en el encinar
Por el que llego al Valle del Tiernas, también conocido como Valle del Mesomero o del Amor

Nada más llegar al valle, abandono la senda principal que se dirige a la Fuente de la Teja, para enlazar con el PR-Z15, donde continúo por la senda del Mesomero, que se difumina en un labrado, para hacer acto de presencia, tras cruzar el cauce seco del barranco de Valdevillar, que discurre paralelo al camino que da acceso 
 a La Casa de la Viuda de Don Pablo Gil.

Nada más dejarla atrás, la senda desemboca en el camino de Alpartir, por el que avanzo a la carrera, por el bonito bosque de Mesomero, donde las encinas conviven con varios grupos de serbales, fresnos y arces de Montpellier, que son regados por las cercanas aguas del río Tiernas.

Casi en el ecuador del recorrido, alcanzo el área recreativa de la Fuente la Jordana, que al ser una fuente natural, depende mucho de las lluvias, por lo que tras un otoño escaso en precipitaciones, apenas baja un hilillo de agua, aunque el entorno sobre el que se sitúa es maravilloso, así que aprovecho para comer y echar un trago, ya que, después, tengo que superar en apenas tres kilómetros, más de quinientos metros de desnivel positivo.

Con energías renovadas, regreso al camino principal, por el que sigo a la carrera durante medio kilómetro, por un terreno de falso llano, entre medio del encinar, hasta que alcanzo una bifurcación, marcada en su entrada con una estaca, situada junto a un cartel rojo de”propiedad privada”, que me impide seguir por el camino de Alpartir, así que abandono el camino, para coger la Senda del Mesomero, por la que en suave ascenso, me interno en el espectacular bosque del Mesomerotomando de referencia las marcas blancas y amarillas del PR-Z15, que no dejaré hasta el Collado del Tío Francisco.

A medida que voy ganando desnivel, la pendiente se acentúa, sobre la cota 1000 m. comienzan hacer acto de presencia las primeras manchas de roble albar (quercus petraea), una especie escasa en Aragón, que suele ubicarse entre los 900-1400 m. y que a pesar de estar a finales del otoño, todavía conservan parte de sus hojas, aunque muchas de ellas, ya se encuentran en el suelo, cubriendo la senda.

Como la extensión del robledal, no es muy grande, avanzo despacio disfrutando del entorno y de las últimas pinceladas del otoño, mientras poco a poco, los robles van dando paso a las encinas, cuyas ramas en este tramo también se encuentran colonizadas por los líquenes, lo que en biología es conocido como "la seca", que también se produce en otras especies como alcornoques, quejigos y rebollos.

Cerca del collado, la pendiente se endurece, el esfuerzo comienza a notarse, así que quito una capa de ropa, me quedo con la térmica y continúo el ascenso caminando, hasta salir del bosque, donde ya puedo ver el collado del Tío Francisco, al que llego en un par de minutos, que hace de límite natural entre el Campo de Cariñena y la Comunidad de Calatayud.

Nada más llegar al valle, abandono la senda principal y enlazo con el PR-Z15
Que va paralela al camino de acceso (privado) a la Casa de la Viuda de Don Pablo Gil
Hasta que desemboca en el Camino de Alpartir
Por el que avanzo a la carrera, por el bonito bosque de Mesomero
Donde las encinas
Conviven con varios grupos de serbales, fresnos y arces de Montpellier
Hasta alcanzar el área recreativa de la Fuente la Jordana, en la que me detengo unos minutos
Después, regreso al Camino de Alpartir
Por el que continúo durante medio kilómetro, hasta llegar a una bifurcación
Donde tomo la senda del Mesomero y me interno en el bosque 
Y sobre la cota 1000 m., comienzan a aparecer las primeras manchas de roble albar
Que a pesar de estar a finales del otoño, aun conservan parte de sus hojas
Aunque, como la mancha no es muy extensa, las encinas vuelven a colonizar el entorno
Y una vez fuera del bosque, ya puedo ver el Collado del Tío Francisco

Desde el collado, parten varios itinerarios. Como el PR-Z15 se dirige hacia el Raso de la Cruz, ahora voy a seguir por uno de sus ramales, el PR-Z15.1, que va al Cerro del Espino, segundo objetivo del día, así, que, como este tramo es más llevadero, a la carrera sigo hacia el Norte, tomando de referencia las marcas blancas y amarillas, remontando una corta pero fuerte rampa, por la que alcanzo el altar, en el que todas las navidades, el Club Montaña Pirineos monta un pequeño belén.

Superado este pequeño repecho, inicio el descenso entre carrascas, rodeando la montaña, por cómodo sendero de tierra, por el que rápidamente alcanzo el collado del Cuervo, donde el sendero converge en una pista rodada, por la que avanzo durante un centenar de metros, hasta que tomo a mano izquierda, el sendero de la Cresta de la Sierra, adentrándome de nuevo en el pinar, por un terreno de falso llano.

Chino a chano, voy ganando desnivel, atrás, voy dejando el pinar, que tan buena sombra me ha ofrecido, una vez fuera, ya puedo ver la cima del Cerro del Espino, que pese a su cercanía, aún queda lejos, ya que este último tramo es bastante tendido, así que antes de afrontar los últimos repechos, troto durante unos minutos por la llanura, hasta que comienzo a ascender, ahora ya caminando, contemplando las vistas que a uno y a otro lado me ofrece esta sierra, mientras alcanzo la primera loma, que, aunque a lo lejos parece la cima, tan solo es una primera elevación, desde la que observo como un grupo de bikers, ascienden desmontados la última rampa.

Con la cruz de forja que marca la cima del Cerro del Espino, ya a la vista, desciendo a la marcheta, aumento el ritmo para afrontar la última rampa, donde la pendiente se acentúa, paso a los bikers y casi a la par, coronamos la cima del Cerro del Espino, que, con sus 1188 m., es una de las principales cimas de la Sierra de Algairén.

Aprovechando que tengo compañía en la cima, me hago una fotografía junto a la cruz de forja, con el Pico Moncayo como telón de fondo, mientras disfruto de las vistas hacia el Sur del Pico Valdemadera y al Norte del Valle del río Grio, que tengo pendiente de visitar.

Desde la cima, tan solo me queda descender hasta el Cuello San Garbá, así que me despido e inicio el descenso por buen sendero, entre pequeños mantos de carrascas, por el que alcanzo el collado del Espino (cota 1150 m.), donde el sendero se bifurca en dos: hacia la izquierda se puede recorrer toda la Cresta de la Sierra, hasta el Collado de la Hermana, pero hoy, continúo por el sendero principal, tomando de referencia las marcas blancas y amarillas del PR-Z15.1, con vistas a las llanuras del Campo de Cariñena, por el que me interno de nuevo en el pinar.

Poco a poco, la pendiente se acentúa, el sendero comienza a tener mal piso, ya que se encuentra descompuesto, con mucha tierra, por lo que me toca extremar las precauciones, aunque aun así, no puedo evitar dar algún que otro patinazo y a medida que voy perdiendo desnivel, el pinar va quedando atrás, el sendero, se transforma en camino y unos metros más adelante, en un claro cortafuegos, por el que desciendo hasta el Cuello San Garbá, donde tras un par de horas, cierro está bonita circular, por el desconocido valle del Mesomero.

Desde el Collado del Tío Francisco, continúo a la carrera hacia el Cerro del Espino (PR-Z15.1)
Hasta alcanzar el Collado del Cuervo, donde el sendero converge en una pista rodada
Por la que desciendo durante cien metros, hasta alcanzar un cruce
Donde cojo a mano izquierda, el sendero de la Cresta de la Sierra
Una vez fuera del pinar, ya puedo ver la cima del Cerro del Espino, a la que me acerco a la carrera
Hasta alcanzar la última loma, donde la pendiente aumenta
Coronando a la par, con un grupo de bikers, la cima del Cerro del Espino, desde la que me fotografío con el Moncayo de fondo
Mientras disfruto de las vistas hacia el Sur del Pico Valdemadera
Y al Norte del Valle del Río Grio
Tras el descanso, inicio el descenso con la vista puesta en la Cresta de la Sierra
Hasta llegar al collado del Espino, donde el sendero se bifurca en dos, tomando el ramal por el que discurre el PR-Z15.
Desde el que observo las llanuras del Campo de Cariñena y me adentro
En el pinar durante unos minutos, en el que a medida que desciendo
La pendiente va aumentando, saliendo del bosque y enlazando con el cortafuegos, por el que llego al Cuello San Garbá

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