domingo, 31 de marzo de 2024

Ascensión a la Peña Robla (1808 metros) y el Puntal de Petrosos (1859 metros) por el bosque de Yandel, desde Panticosa

El valle de Tena, es un valle pirenaico situado en la comarca aragonesa del Alto Gállego, cuya entrada natural, está a la altura del estrecho de Santa Elena, llamado popularmente el “zoque”, que son los restos de una antigua morrena glaciar, siendo recorrido de norte a sur por el río Gállego, que es uno de los principales afluentes del río Ebro.

Hace de frontera con el valle francés de Ossau, con el que se comunica a través del paso de Portalet, siendo uno de los valles más extensos y poblados del Pirineo, con una superficie de 400 km², que va desde los 600 metros de altitud en su parte más baja hasta superar los 3000 metros en muchas de sus cimas, en la que destacan el Balaitus, la Gran Facha o los Picos del Infierno.

El valle, cuenta con cuatro municipios, cuya población está dividida en varias pedanías, que, dependen administrativamente de ellos. Los núcleos urbanos son: Sallent de Gállego (ostenta la capitalidad del valle), Hoz de Jaca, Biesca y Panticosa, está última, ubicada junto a la confluencia de los ríos Caldarés y Bolática, donde parte de su término municipal, está ocupado por el monumento natural de los Glaciares Pirenaicos.

Con un riesgo alto de aludes, hoy, tocar hacer una actividad por el entorno de las estaciones de esquí, así que, en compañía de Cosmín, vamos a disfrutar del bosque de Yandel, un espectacular bosque de hayas, abedules y bojes, por el que ascenderos a la Peña Robla, una pequeña elevación, que resulta ser un magnífico mirador del valle de Tena. 


Llevamos desde la pandemia sin tocar los esquíes, así que, aprovechamos las últimas nevadas para hacer algo en las proximidades de las estaciones de esquí. La idea principal, era subir a alguna de las montañas del entorno de Formigal, pero, de camino vemos que esta cubierto de nubes y en la radio, anuncian que la frontera por el Portalet esta cerrada.

En Panticosa, el día está más despejado, no hemos madrugado, porque, si bien he tenido puente, Cosmín, trabajo ayer de tarde. Mientras se va a los porches para alquilar el material, preparo el equipo, el tiempo pasa volando y la tienda debe estar concurrida, porque lleva un buen rato. Casi media hora después, aparece con el equipo y comenta que, tenía delante algunas personas, que estaban buscando un casco que conjuntará con el equipo ...

Pasadas las 11, por fin nos ponemos en marcha, salimos caminando del aparcamiento inferior, observando los Dientes de Batanes, cruzamos el puente que salva las aguas del río Bolática, en el que desemboca la pista de Estrimal, abierta pero bastante maltrecha, debido a que el día anterior hubo competición, que, utilizaremos para bajar.

En esta misma confluencia, aprovechamos para calzar esquíes e iniciamos la circular en sentido antihorario, foqueando por un camino asfaltado que mantiene un fina capa de hielo, por el que avanzamos por uno de los extremos, en el que se ha acumulado algo más de nieve, obviando el ramal que va en sentido descendente, para continuar por el camino principal, que un poco más adelante se transforma en un bonito sendero, por el que nos adentramos en un bosque de bojes, tomando de referencia las marcas blancas y amarillas del PR-HU92, que conecta las poblaciones de Sallent de Gállego con Hoz de Jaca, que comparte este tramo con el GR.16, donde al estar a sobre los 1200 metros, la nieve escasea, por lo que avanzamos con cuidado, evitando las piedras y los tiburones, cubiertos por una fina capa de nieve, que podría dañar las pieles de foca, teniendo que descalzarnos en contadas ocasiones.

En un pequeño claro, llama nuestra atención un cerro rocoso, que mirando los mapas podría tratarse de la Peña Santa Cruz o A Pedriza, está última con mayor porcentaje de acierto, ya que hace honor a su toponimia, para acto seguido, continuar por el sendero, en el que a medida que avanzamos, el bosque se va cerrando hasta formar túneles naturales, donde unas correntías descargan sobre el sendero, encharcando la zona y deshaciendo la nieve, causa, por la que descalzamos de nuevo, para salvar este tramo de poco más de un centenar de metros y continuar paralelos al barranco de Yandel, qué, conforma un precioso rincón y vadeamos un poco más adelante.

Una vez en la margen izquierda, poco a poco la nieve va aumentando, la pendiente es suave en todo momento, por lo que ascendemos cómodamente, alcanzando un par de bifurcaciones, donde primero seguimos hacia Hoz de Jaca y luego al ibón Sabocos, elevándonos unos metros por encima del bosque, donde aprovechamos para disfrutar de las vistas, no muy amplias debido a la nubosidad que empieza a cubrir la zona de Panticosa, pero, lo suficiente para distinguir en medio del valle, la doble cima de la Peña Foratata, además de todo el sector de cimas secundarias que componen el pico Pacino, la Punta Cochata y la Punta del Cantero.

A medida que vamos ganando desnivel, la nieve aumenta, hasta que sobre la cota 1400 metros, el manto es lo suficientemente grueso como para foquear sin necesidad de ir atentos a los "tiburones", adentrándonos de nuevo en un espectacular bosque de hayas y abetos, donde el sendero va trazando una serie de lazadas, parándonos cada dos por tres para inmortalizar el momento, que, para una vez que salimos en invierno, tampoco vamos a ir con prisas, mientras el sendero desemboca en una vaguada, en la que se ubica la cabaña de Yandel, donde, tenemos la opción de atajar, para dar la vuelta a la Peña Santa Cruz (izquierda) o seguir subiendo hasta la Peña Robla (derecha).


Salimos caminando del aparcamiento inferior, observando los Dientes de Batanes, hasta alcanzar el final de la pista de Estrimal
Donde calzamos los esquíes e iniciamos la circular, foqueando por un camino asfaltado, obviando el ramal que va en sentido descendente
Por el que avanzamos por uno de los extremos, que acumula algo más de nieve dura
Qué, un poco más adelante da paso a un bonito sendero, en el que nos adentramos en un bonito bosque de bojes
Tomando de referencia las marcas blancas y amarilla del PR-HU92. que comparte este tramo con el GR.16
Al estar sobre los 1200 metros, la nieve escasea, por lo que avanzamos con cuidado, evitando las piedras y los "tiburones"
Saliendo a un pequeño claro, en el que divisamos un curioso cerro rocoso, que podría tratarse de la Peña Santa Cruz o A Pedriza
Para acto seguido, continuar por el sendero, donde el bosque se cierra formando túneles naturales, sobre el que desaguan varias escorrentías
Donde descalzamos un centenar de metros, para continuar pegados al cauce del barranco de Yandel, que, vadeamos más adelante
A medida que vamos ganando desnivel, la capa de nieve es mayor, pasamos un par de bifurcaciones, donde primero vamos hacia Hoz de Jaca
Y luego, al ibón de Sabocos, mientras el sendero nos eleva por encima del bosque, disfrutando de las vistas hacia la zona de Panticosa
El valle de Tena, donde destaca entre las nubes, la doble cima de la Peña Foratata, además del pico Pacino 
Más todo el conjunto de cimas secundarias que van hasta la Punta del Cantero
Sobre la cota 1400, el manto de nieve es lo suficiente grueso, como para no ir atento al sendero
E ir disfrutando del entorno, un fantástico bosque de hayas y abetos
Que atravesamos, mediante largas lazadas
Hasta salir a una vaguada, en la que se ubica la cabaña de Yandel, donde la huella se va en dos direcciones

Si bien vamos algos tardíos, como la huella sigue en ambas direcciones, nos vamos por el ramal que sube a la Peña Robla, donde la nieve se acumula en cantidad, por lo que la atravesamos de punta a punta, aprovechando la huella existente hasta enlazar con un camino, que, trazando un par de lazadas, permite que subamos cómodamente sin apenas ganar desnivel, observando como el día va mejorando y el sol, permite disfrutar de la sierra de la Partacua con la Peña Telera como principal protagonista, acercándonos poco a poco a la base de la Peña Robla, a cuya cima, apenas nos quedan trescientos metros de desnivel.

A partir de este punto, la pendiente se acentúa, la nieve empieza a estar humedecida, por lo que subimos sin salirnos de la huella, protegidos por el bosque de Yandel, trazando cortas lazadas mientras intento subir una de las alzas, pero, las rosetas están viejas y se doblan, por lo que descalzo uno de los esquíes. Al pisar fuera de la huella, me hundo hasta la rodilla, la pendiente es acusada y cuesta volver a arrancar, por lo cual, allano un poco la zona para facilitar el arranque, para acto seguido, continuar la ascensión hasta llegar a la altura de Cosmín, que, me espera en una zona más suave, donde realizamos una pequeña travesía, por la que accedemos a la pala final de la Peña Robla, donde avanzamos disfrutando de las vistas hacia la sierra de la Partacua y al Puntal de Petrosos, a la que subiremos para coger una pista azul.

De momento, seguimos remontando el centenar de metros que nos queda para llegar a la cima, donde la nieve está destrozada por un sin fin de huellas, por lo que elegimos las que nos permiten subir "en modo ahorro", hasta alcanzar la redondeada cima de la Peña Robla, donde, esperábamos ser recibidos por el viento, pero, apenas sopla una brisa. El sol, pega con ganas y se está de maravilla, así que, mientras conversamos con un montañero navarro, echamos un trago, picoteamos y disfrutamos de las vistas, que se amplían hacia Peña Blanca, Peña Roja, Mandilar y la zona del Balneario de Panticosa, en tanto, sube otro travesero, al que preguntamos por la ubicación de las pistas (no caímos en mirar el mapa de pistas en el móvil), ya que, la idea inicial es subir a Petrosos y bajar por la pista azul de Petrosos, aunque justo por debajo de la Peña Robla, va una pista, que aparentemente tiene poco desnivel (pista roja de Mazaranuala).

Al final, decidimos ir a lo seguro, quitamos focas y bajamos una veintena de metros caminando. Calzamos los esquíes y nos deslizamos por una nieve húmeda pero que se deja esquiar, hasta alcanzar la pista de Mazaranuala, que podríamos coger en sentido ascendente, pero, preferimos remontar una loma para enlazar con la pista de la Pala Petrusos, por la que acometemos los últimos metros con la Peña Robla y la sierra de la Partacua de fondo, plantándonos en un momento, en la concurrida cima del Puntal de Petrosos, a la que llega el telecabina, en la que descartamos subir al ibón de Sabocos.

En la cima, permanecemos el tiempo justo para hacer la transición, echamos un trago e iniciamos el descenso por una pista azul, que conecta con la pista de Petrosos, por la que bajamos trazando largos giros al comienzo para no coger mucha velocidad e ir cogiendo confianza, bajando mejor de lo esperado, continuando un poco más abajo por la de Fobas I, que rápidamente da paso a la pista roja de Selva Verde, con una nieve algo dura que da la sensación de ir botando, que, para ser roja, no es complicada y tan solo tiene una rampa final, en la que tengo que hacer una caída controlada, por la que accedemos a la llanura de la Selva Verde, en la que se ubica el telesilla de Petrosos, que veíamos desde la cima de la Peña Robla.

Al final, hubiera salido más rápido bajar directamente por Mazaranuala, porque el tramo azul ha sido poco, pero bueno, para otra vez ya conocemos otras opciones. Ahora, toca bajar al aparcamiento, podríamos hacerlo por el Bosque, pero, viendo como estaba el sendero hasta los 1400 metros, vamos a rascar seguro, así que, cogemos la pista roja de Estrimal, que, comentan está destrozada en la parte final, por la que descendemos alargando o acortando el giro, dependiendo de la pendiente, lo que provoca que acabe besando el suelo en un par de ocasiones.

El último tramo, Cosmín tira para abajo en modo “supervivencia”, yo, prefiero recoger los esquíes en la mochila. La nieve, está muy trillada, con calvas, montículos y lo único que voy a sacar es otro porrazo, por lo que bajo caminando por un extremo de la pista disfrutando de las vistas, hasta alcanzar el aparcamiento, dando por finalizada esta interesante subida a la Peña Robla.

En este lugar, atravesamos la vaguada, enlazamos con un camino, por el que en suave ascenso
Vamos recorriendo la loma, de punta a punta, en una mañana que se va abriendo
Lo que permite, que vayamos disfrutando de las vistas hacia la sierra de la Partacua
Acercándonos mediante lazadas, a la base de la Peña Robla
A partir de este punto, la pendiente se acentúa, aprovechamos la huella para subir, protegidos por el bosque de Yandel
Accediendo a la pala final de la Peña Robla, donde observamos la Peña Telera
Y al otro lado, el Puntal de Petrosos, al que subiremos para descender por las pistas
Aunque de momento, seguimos remontando el centenar de metros que nos quedan, por una nieve con un sinfín de huellas
Por la que llegamos a la cima de la Peña Robla, donde a las consabidas vistas de la sierra de la Partacua
Se le unen Peña Roya, Peña Blanca
Mandilar
Y la zona del Balneario de Panticosa
Desde la cima, descendemos por una nieve húmeda, que se deja esquiar
Hasta alcanzar la pista de Mazaranuala, que cruzamos
Para remontar la Pala Petrosos, con la Peña Robla y la sierra de la Partacua de fondo
Hasta alcanzar el Puntal de Petrosos, donde finaliza el telecabina de la estación e iniciamos el descenso por la pista azul de Petrosos
Enlazando más abajo con la roja de Estrimal
Por la que descendemos con algún que otro susto, hasta la parte final, donde la nieve
Esta destrozada, con calvas, montículos ..., por lo que guardo los esquíes y desciendo a pie disfrutando de las vistas hasta el aparcamiento

lunes, 22 de enero de 2024

Una vuelta por el Parque Natural del Moncayo: Barranco de Horcajuelo, Cueva de los Pilares, Cerro Morrón (1731 metros) y Peñas de Herrera (Peña del Camino), desde el aparcamiento de la Cabra Moncaina

La sierra del Moncayo, tiene una extensión de 25 kilómetros de largo por 8 kilómetros de ancho, siendo su máxima elevación con sus 2314 metros, el pico Moncayo o San Miguel, situado entre las provincias de Zaragoza y Soria.

Con dos vertientes claramente diferenciadas, la cara Sur es más soleada, contiene una representación de pinares, encinares, quejigos o arces, que en las zonas altas dan paso a los sabinares rastreros con efedras y cojines de monjas, que, sobre un suelo calizo erosionado por el agua a lo largo de los siglos, a formando un sinfín de barrancos, simas o cuevas.

En contraste, la cara Norte es más húmeda y fría. Alberga bosques húmedos, dispuestos en pisos altitudinales, en función de sus requerimientos de humedad y temperatura, situándose en las zonas más bajas los encinares, que dan paso a mayor altitud a rebollares y hayedos, enlazando en las partes altas con frondosos pinares de pino silvestre, que a partir de los 1700 metros son formados de pino negro, siendo ambas especies fruto de una repoblación, debido al pastoreo intensivo y al carboneo, que dejo desnudo una importante parte del monte.

Desde el punto de vista geológico, el espacio está dominado por materiales silíceos (areniscas, lutitas, conglomerados) que constituyen el núcleo del macizo, si bien en las zonas periféricas aparecen materiales calcáreos (calizas y dolomías).

En la zona oriental del Parque Natural, se ubica el Cerro Morrón o Muela del Col (1731 metros), que, en su cara Sur, ofrece una cantidad de maravillas geológicas y arquitecturas naturales, que tiene su punto culmen, en la cueva de los Pilares, también conocida como “Las Catedrales del Morrón”, que es la opción elegida para ir con José y José Ángel, subiendo por el barranco de Horcajuelo.


La idea era subir a la sierra de Guara o los Pirineos, como Carlos no viene, para quitar tiempo de viaje, al final, les propongo irnos al Moncayo, así que, me pasan a recoger y sobre las 9, llegamos a Añón de Moncayo, donde atravesamos sus callejuelas para bajar a la vega del río Huecha, que, cruzamos por un puente y seguimos por un camino de tierra, (es más cómodo coger la pista que va de Alcalá de Moncayo), hasta alcanzar el aparcamiento situado junto a las instalaciones de la Cabra Moncaina, (8 vehículos y 1 autobús).

Como es habitual a estas horas, no hay ni un alma, la mañana es fresca y en la subida por el barranco de Horcajuelo, iremos todo el rato a la sombra. La idea era ir con las zapatillas de trail, pero, me entrar dudas, al final, decido calzar las botas de montaña, que las tengo sin estrenar, espero no arrepentirme.

Unos minutos más tarde, comenzamos la circular por un camino asfaltado paralelos al cauce del río Huecha, observando como los rayos de sol, empiezan a iluminar la parte alta de la Muela del Horcajuelo, que secciona en dos el río, formando los barrancos de Horcajuelo y La Morana (sin duda la joya de este Parque Natural), hasta que el sendero se bifurca en dos, teniendo la posibilidad de ir por la margen izquierda, donde tocaría vadear el río en algunas ocasiones o por la margen derecha, más directa.

Hoy, el río lleva más caudal del habitual, así que vamos a seguir por la margen derecha, por un bonito sendero salpicado de carrascas y acebos, que, desemboca de nuevo en el cauce del río, algo, que no me convence, ya que deberíamos pasarlo en la confluencia de barrancos, por lo cual, subimos un poco monte a través hasta conectar con el sendero, por el que alcanzamos una pequeña planicie, desde la que observamos el barranco de la Morana con lo que puede ser al fondo, el alto de los Almudejos y justo al lado, unos bloques de cuarcita, que componen estos barrancos, para acto seguido, comenzar el descenso hacia el barranco de Horcajuelo, atravesando una corta pedrera que da paso a un bosquete, donde el sendero traza cortas lazadas, hasta alcanzar el barranco de Horcajuelo, que cruzamos por las piedras.

Ahora, toca remontar los más de tres kilómetros que componen el trazado por el barranco de Horcajuelo, que en su desembocadura lleva algo de agua, por lo que vamos ganando desnivel caminando a la sombra, bajo las copas de robles, carrascas y acebos, por lo cual, apenas me detengo para hacer fotografías, ya que la luz no es buena y los colegas, están poniendo un ritmo rápido, aunque de vez en cuando, paramos a disfrutar de las formaciones que tiene este barranco, cruzando a la margen derecha y continuando con la subida, hasta alcanzar un puntal, en el que nos detenemos para observar parte de la canalización que se utilizaba, para transvasar el agua de este barranco al barranco de La Morana.

A pesar del fresco, venimos bastante calientes, aprovechamos para quitar la capa intermedia, que hace rato que sobra, pero, por no parar, hemos aguantado. Unos minutos más tarde, continuamos ascendiendo, a medida que vamos ganando desnivel, el barranco va perdiendo caudal, al mismo tiempo, que los árboles dan paso a una vegetación arbustiva que se entremezcla con la roca, cuya formación más ilustre, ya se muestra enfrente nuestro, la Torre Morana, a la que paso a paso, vamos acercándonos, aunque no llegaremos a su base, que se puede coronar con una vía de escalada, que, cuando pega el sol, relumbran las chapas de la vía original de acceso (IV+ largo de 25 metros), que, está a la sombra, pero poco a poco, vemos como el sol va entrando en la parte superior del barranco, por lo que seguimos subiendo, atravesando el cauce, cuyas aguas resbalan por la cuarcita, hasta llegar a un recodo del barranco, donde no pega el viento, así que,  paramos a echar un bocado.

Unos minutos más tarde, continuamos remontando el barranco completamente seco, algo habitual, ya que sus aguas en la cabecera se filtran, quedando algunas pequeñas pozas residuales, mientras ya podemos ver, la muralla caliza que defiende la cima del Cerro Morrón, que no atacaremos por su cara Norte, sino por detrás, ya que antes queremos ir a la cueva de los Pilares, aunque de momento, llegamos a los pastos que conforman la Hoya del Horcajuelo, donde al sol, pasta una manada de caballos, habituados al ser humano, porque más de uno, se acerca a visitarnos.

La verdad, que al sol, se está de maravilla. Ayer, en la cima del Moncayo, había rachas de viento de más de 90 km/h, aquí, apenas sopla una brisa, así que estamos un rato disfrutando de las vistas hacia el Alto de los Almudejos con el collado de Bellido tras él, para acto seguido, continuar atravesando la hoya, avanzando por las trazas de un camino, hasta alcanzar la pista que viene del collado de Bellido, donde vemos que han puesto cartelería nueva, así que, continuamos monte a través, realizando alguna lazada para minimizar el esfuerzo, echando de vez en cuando una mirada atrás, para observar el paisaje, hasta alcanzar un collado, donde la panorámica se abre hacia la “cara oculta del Moncayo”, en la que destaca, la Muela de Beratón y la cara más amable del Cerro Morrón.

Empezamos la circular, por un camino asfaltado, observando como el sol ilumina la Muela del Horcajuelo
Pegados a la margen derecha del río Huecha, entre un bosque de carrascas, robles
Y acebos
Por el que vamos dejando abajo el río
Hasta alcanzar una planicie, desde la que visualizamos el barranco de Morana, con el alto de los Almudejos de fondo
Para acto seguido, atravesar una pedrera, que da paso a un bosquete, por el que vadeamos el barranco de Horcajuelo
Donde a la sombra, remontamos sus casi tres kilómetros
Observando las formaciones de cuarcita que se forman en este barranco
Vadeando el cauce para seguir por la margen derecha, hasta alcanzar un puntal
En el que vemos parte de la acequia que se construyo, para trasvasar el agua al barranco de la Morana
A medida que vamos ganando desnivel, los árboles
Dan paso a una vegetación arbustiva, que se entremezcla con la roca, cuya máxima representación
Se muestra frente a nosotros, la Torre Morana, que cuenta con una vía de escalada (foto de archivo)
Que esta a la sombra, pero, poco a poco, el sol va entrando en la parte superior del barranco, por lo que aprovechamos para echar un bocado
Unos minutos más tarde, continuamos remontando el barranco, completamente seco, tan solo con algunas pozas residuales
Algo habitual en su cabecera, donde sus aguas se filtran, hasta alcanzar los pastos que conforman
La Hoya del Horcajuelo, donde al sol, pastan una manada de caballos con el alto de los Almudejos de fondo
Y la cara Norte del cerro Morrón, que atacaremos por la otra vertiente, por lo que avanzamos por las trazas de un camino
Cruzando la pista que viene del collado Bellido, donde vemos que han puesto cartelería nueva, por lo que seguimos monte a través
Hasta alcanzar un collado, donde las vistas se amplían hacia la "cara oculta del Moncayo", en la que destaca, la Muela de Beratón

En el collado, subimos a un punto más elevado, para ver si las vistas se amplían, pero más o menos, son similares, por lo que bajamos, cogemos las mochilas y tras atravesar un portillo, iniciamos el descenso por una trocha marcada con algún hito, por la que enlazamos con un claro sendero, que inicia un largo flanqueo por la base de la cara Sur del cerro Morrón, compuesta por unas verticales paredes agujereadas como un queso Gruyer, en la que destaca la cueva del Sauco, a la que no nos acercamos, porque en mi cabeza empiezan a plantearse algunas alternativas para la vuelta, por lo que seguimos caminando por unos instantes a la sombra del pinar, que, en cuanto dejamos atrás, aprovechamos para echar un vistazo en rededor, pasando junto al inicio de una amplia canal, qué, intuimos será la que utilizaremos para subir al cerro Morrón, y un poco más adelante, localizamos la cueva de los Pilares, a la que accedemos realizando alguna lazada.

La cueva, tiene un desarrollo de ±95 metros, pero, su principal característica, son los tres grandes pilares que soportan su bóveda. La mejor forma de constatar sus dimensiones, es poniendo a una persona a su lado, así que pasamos un rato haciéndonos unas fotografías y jugando con los contraluces. 

Como, no se nos ocurre mejor lugar para hacer un alto en el camino, echamos un bocado mientras José Ángel saca la bota de vino. Mira que yo, no soy muy bebedor, pero tengo que reconocer que el vino en la bota, sabe mejor y en el pueblo de mi padre, que se ubica justo al otro lado de la sierra del Tablao, la bota, el porrón y el botijo, no faltaban nunca, tres objetos simples, que hacen muy bien su función.

Veinte minutos más tarde, bajamos a la canal por el otro portalón, que no es más que una amplia pedrera, sin sendero y con bastante pendiente, por la que avanzamos pegados a la roca, dando algún que otro resbalón, al mismo tiempo que vamos fijándonos en la parte superior, donde se bifurca en dos. Al llegar a la zona intermedia, trazamos una diagonal para tomar el ramal de la izquierda, donde, por una terraza salimos caminando a la parte superior de La Muela, desde la que disfrutamos de las vistas y observamos a vista de pájaro, de la verticalidad de la cara Sur del cerro Morrón.

De aquí a la cima, el sendero es inexistente, pero el terreno es bastante cómodo, por lo que avanzamos monte a través, trazando una diagonal hacia el noroeste, ya que el vértice geodésico se ubica en un extremo del cerro, por lo que vamos ganando suavemente el centenar de metros que nos queda, remontando una primera pala, para acto seguido, perder parte del desnivel ganado y acometer la subida final, disfrutando de las vistas hacia la sierra de la Virgen, las Peñas del Alba, las Peñas de Herrera y al fondo, la sierra de la Nava Alta, hasta alcanzar la cima del Cerro Morrón, donde las vistas se amplían hacia el cordal que une el collado de Bellido con el Moncayo, aunque tan solo son visibles las dos primeras, el pico Lobera y el Morca.

Tras atravesar un portillo, iniciamos el descenso por una trocha, hasta enlazar con un sendero
Que inicia un largo flanqueo por la cara Sur del cerro Morrón, compuesta por unas verticales paredes
Agujereadas como un queso Gruyer, en la que destaca la cueva del Sauco, a la que no nos acercamos
Por lo que seguimos caminando a la sombra del pinar, qué, en cuanto dejamos atrás
Aprovechamos para echar un vistazo en rededor
Donde destaca la Atalaya y el Alto del Rebollar
Pasando junto al inicio de una canal y un poco más adelante
Localizamos la cueva de los Pilares, a la que accedemos realizando alguna lazada
La cueva, tiene un desarrollo de ±95, pero su principal característica
Son los tres pilares que sostienen su bóveda, con los que nos fotografiamos
Y jugamos con los contraluces
Unos minutos más tarde, bajamos a la canal por el otro portalón
Una amplia pedrera sin sendero y con bastante pendiente, qué, remontamos por un lateral pegados a la roca
Hasta llegar a la zona intermedia, donde trazamos una diagonal, para posicionarnos en el ramal de la izquierda
Donde, por una terraza, salimos caminando a la parte superior de La Muela
Desde la que disfrutamos de las vistas y de la verticalidad de la cara Sur del cerro Morrón
De aquí a la cima, el sendero es inexistente, pero el terreno es cómodo, por lo que avanzamos monte a través
Con unas buenas vistas hacia la sierra de la Virgen, las Peñas del Alba
Las Peñas de Herrera y al fondo, la sierra de la Nava Alta
Hasta alcanzar la cima del cerro Morrón, donde se amplían hacia el cordal que une el collado de Bellido con el Moncayo

Como en la cima sopla algo de viento, preferimos comer más abajo. Aprovechando la amplia panorámica que tenemos hacia Añón de Moncayo, les explico las opciones que tenemos para bajar, en un principio, el track que descargue, lo hace por el camino que baja paralelo al barranco de Horcajuelo, luego, tenemos la posibilidad de ir hasta el collado de la Estaca y bajar por el barranco de Los Moros o la más “complicada”, ir hasta las Peñas de Herrera para subir a la más emblemática, la Peña del Camino, que tiene un paso de II+/III- (PD), con la complejidad añadida, de tener que inventarme un enlace, que, seguramente será monte a través, ya que en los mapas sale un camino, que no existe.

Al final, deciden ir a las Peñas de Herrera y matar dos pájaros de un tiro (en este caso tres), por lo que iniciamos el descenso bordeando los cortados, hasta que la barrera natural rompe, haciendo un giro de 90º, para bajar la ladera sin sendero, trazando de vez en cuando alguna lazada y buscando las zonas más cómodas, hasta enlazar con la pista que viene del collado de Bellido, por la que seguimos pasando por el collado de la Estaca, en la que nos encontramos con un grupo de jóvenes, que han subido por el barranco de los Moros y quieren bajar por las Peñas de Herrera.

Por ser factible lo es, nosotros lo queremos hacer, pero, dependerá de la pericia de cada uno y del conocimiento del lugar, que ellos, no tienen. Nos despedimos y les dejamos descansando, para continuar caminando por la Vereda de Castilla, ya con el Alto del Picarrón a la vista, aunque, como solo queremos subir a la Peña del Camino, vamos a evitarnos la última subida, así que, al llegar al collado de las Neveras, tomamos el sendero que bordea las Peñas de Herrera (Castillos de Herrera), por el que avanzamos inicialmente por un terreno de falso llano, siguiendo las marcas blancas y rojas del GR.90.1, que tras pasar un repecho, inicia un suave descenso, por el que avanzamos a buen ritmo, hasta posicionarnos a la altura de la Peña del Camino, donde abandonamos el sendero y subimos lo más directo posible hasta la base, accediendo por una terraza al paso equipado.

José, tiene dudas, así que me pongo delante para ir enseñándole los pasos y José Ángel cierra el grupo. Para ir más cómodos, dejamos las mochilas e iniciamos el ascenso, subiendo por las rocas (está equipado con sirga), accediendo a la grieta donde un bloque tumbado, deja el paso a su mínima expresión, por lo que avanzamos con cuidado asiéndonos a la cuerda, 
alargando la zancada para superar la chimenea de la cueva que hay en la entrada, hasta alcanzar el paso vertical, en el que aprovecho los nudos de la cuerda y los agarres naturales, para acceder a la parte superior de la Peña del Castillo, a la que llegan el resto con más o menos solvencia, para continuar caminando hasta alcanzar el punto más elevado, desde el que disfrutamos del resto de las Peñas de Herrera, la cara Oculta del Moncayo, el cerro Morrón o el cordal que une el pico Lobera con el Moncayo.

Para la vuelta, podemos bajar por el camino (izquierda), por el barranco de Los Moros (centro) o por las Peñas de Herrera (derecha)
Opción está última por la que nos decantamos, así que iniciamos el descenso, bordeando los acantilados
º
Hasta que la barrera natural rompe, haciendo un giro de 90º, para bajar por la ladera sin sendero
Trazando alguna lazada y buscando las zonas más limpias de vegetación
Hasta enlazar con la pista que viene del collado de Bellido, por la que avanzamos
Pasando por el collado de La Estaca
Con el Alto del Picarrón a la vista, aunque, como solo vamos a subir a la Peña de Camino, al llegar al collado de las Neveras
Dejamos la pista, para coger el sendero que bordea las Peñas de Herrera
Tomando de referencia las marcas blancas y rojas del GR.90.1, hasta llegar a la altura de la Peña del Camino
Donde abandonamos el camino, para subir monte a través, lo más directos posible
Accediendo a una terraza, por la que llegamos al paso equipado, en el que dejamos las mochilas
E iniciamos el ascenso, subiendo por las rocas (esta equipado con sirga)
Accediendo a la grieta, por la que avanzamos asiéndonos a la cuerda
Hasta alcanzar el paso de II+III, equipado con cuerda y con buenas presas naturales, accediendo a la parte superior
Donde seguimos caminando hasta alcanzar el punto más elevado, desde el que observamos el resto de las Peñas de Herrera
El Alto del Picarrón, el cerro Morrón
Y el cordal que une el pico Lobera con el Moncayo

Es hora de comer, pero lo haremos al sol protegidos del viento, así que destrepamos con cuidado y mientras los compañeros terminan la faena, me introduzco en la cueva, para hacer una fotografía del Cerrón Morrón. Después, recogemos todo e iniciamos el descenso hasta enlazar con el sendero de los “Castillos de Herrera”, por el que seguimos bajando observando el tajo que forma al otro lado el barranco de los Moros, en el que dudo, si tirarnos ladera abajo, para evitar el tramo de monte a través que nos espera más tarde, hasta alcanzar el collado que hay entre la Peña del Camino y la de Enmedio, donde se está muy bien, por lo que decidimos para a comer el bocadillo acompañado de unos buenos tragos de vino.

Miramos el reloj y vamos bien de tiempo, tenemos unas tres horas de luz, pero, queda el tramo más “peliagudo”, por lo cual, recogemos todo para seguir con el descenso, caminando por el sendero que ofrece unas buenas vistas, mientras traza alguna lazada, pasando junto al desvío hacia la fuente de Valdeherrera, cuyo sendero ha sido comido por la vegetación, por lo que seguimos bajando hasta alcanzar el collado de Valdelinares, una encrucijada, donde el sendero de la derecha baja a Talamantes por el barranco de Valdeherrera, por lo que tomamos el de la izquierda, que un poco más adelante, enlaza con una pista, justo en el límite del Parque Natural.

Aquí, sobre el mapa, debería salir un camino que bajase al corral de Valdelinares, pero, las veces que he estado, jamás lo he visto. Ahora, las variantes, son algo desconocidas para mí, intuyo, que si seguimos por la pista principal acabaríamos en el camino de Talamantes, la vuelta es larga, así que lo “menos malo”, debería ser atravesar varias barranqueras sin agua, para subir a lo alto, en el punto donde rompe la muralla entre la Peña Gotera y el Alto de Litero.

Dicho y hecho, continuamos caminando por una pista que sube hacia unos corrales, la pista da mucha vuelta y muere ahí, por lo cual, al llegar a la altura del barranco de Valdelinares, la abandonamos, para bajar por el cauce del barranco monte a través, buscando las zonas de paso con menos vegetación, aunque de momento se va bien, hasta alcanzar el cauce de una barranquera, donde la vegetación está más crecida.

La barrera natural son apenas unos metros, pero, se complica, lo intentamos por un lado, luego por otro y a la tercera, logramos encontrar un hueco entre la vegetación, donde pisándola un poco, apartándola con las manos, además de algún que otro arañazo en las piernas, logramos pasar al otro lado, por lo que continuamos caminando, rodeando la loma en la que se sitúa el corral de Valdelinares, evitando perder el desnivel que más tarde deberemos ganar, llegando a la ladera del Litero, que remontamos trazando alguna lazada, alcanzando el punto más elevado, desde el que divisamos la otra vertiente y donde se aclara el panorama, ya que más o menos a un kilómetro de donde estamos, vemos el camino por el que discurre la Vereda de Ambel a Purujosa, en la que se sitúan un grupo de parideras, que nos servirán de referencia para el descenso.

Con las ideas más claras, iniciamos el descenso por la loma revestida de roca y vegetación arbustiva, con una pendiente moderada, que se baja bastante bien, sobre todo si lo comparamos con la subida, amenizada con unas estupendas vistas del macizo del Moncayo, que, a estas alturas del año, no tiene una pizca de nieve, donde, a
 medida que vamos perdiendo desnivel, la pendiente disminuye, hasta convertirse en una zona de falso llano, por la que avanzamos a buen ritmo, contentos, de dejar atrás este terreno tan poco “agraciado” para el caminante, hasta llegar a la altura del barranco de Los Moros, donde buscamos el paso, realizando un sube y baja, para alcanzar la vereda de Ambel a Purujosa, a la altura de la Paridera de Letosa, donde paramos para decidir el siguiente paso.

Mirando el track cargado, estamos cerca de enlazar con la circular, tendríamos que remontamos por pista el barranco de Los Moros y coger un camino que sube a una loma, pero aquí, no nos entendemos, ya que a mis compis les da por echar mano de la tecnología y el GoogleMaps, traza un recorrido a la inversa, mucho más largo (±5.5 kilómetros). El principal problema, es que si bien, el que indico es más corto, tocará subir un poco y además, el camino da mucha vuelta, pero, les explico que una vez arriba, hay un sendero que baja justo al aparcamiento.

Como están un poco cansados de ir monte a través, prefieren la opción larga, yo, les entiendo, así que no hay más discusión, por lo que seguimos bajando por la pista, hasta alcanzar un cruce de caminos, donde tomamos el ramal de la izquierda, por el que discurren los itinerarios de bicicleta 3-5, por el que avanzamos a buen ritmo, entre un bosque de carrascas, disfrutando en los tramos a cielo abierto, de la imagen del Moncayo, mientras en los cielos, los buitres sobrevuelan nuestras cabezas, enlazando tras casi tres kilómetros, con el camino del Monte Bajo que viene de Alcalá de Moncayo, por el que avanzamos con los últimos rayos de sol iluminando las Peñas de Herrera, con la vista puesta en la Muela de Horcajuelo, a la que paso a paso vamos acercándonos, sin perder un ojo al Moncayo, que despuntan tras el monte La Mata.

Cerca de la seis de la tarde, llegamos al aparcamiento de la Cabra Moncaina, que, está igual que esta mañana, sin un alma, finalizando está bonita circular, en la que hemos enlazado cuatro enclaves de gran belleza, como el barranco de Horcajuelo, la Cueva de los Pilares, el Cerro Morrón y las Peñas de Herrera. Antes de marcha a casa, echamos un trago de vino con unos turrones que saca José, nos cambiamos el calzado, que se ha portado muy bien después de 24 kilómetros y 1200 metros de desnivel y vuelta a casa, con la idea en mi cabeza de repetir la circular, pero tirándome ladera abajo hacia el barranco de Los Moros, que me he quedado con la duda, de si sería mejor o peor opción.

Después, destrepamos con cuidado y mientras terminan
Me introduzco en la cueva, para hacer una fotografía, para acto seguido
Iniciar el descenso, hasta enlazar con el sendero de los "Castillos de Herrera", parando en el collado a comer
Aunque vamos bien de tiempo, queda el tramo más "peliagudo", así que seguimos bajando, pasando por el desvío a la fuente de Valdeherrera
Hasta alcanzar el collado de Valdelinares, una encrucijada, donde tomamos el ramal de la izquierda
Que desemboca en una pista, a la altura de los límites del Parque Natural, por la que caminamos un poco, para bajar monte a través
Por el barranco de Valdelinares, buscando las zonas de paso con menos vegetación, que se cierra al llegar a la altura de una barranquera
Y tras varios intentos, logramos pasar al otro lado, bordeando una loma y remontando la ladera del Litero
Donde el panorama se aclara, por lo que iniciamos el descenso monte a través, por una ladera revestida de piedras y vegetación arbustiva
Tomando de referencia un grupo de parideras, hasta enlazar con la vereda de Ambel a Purujosa, a la altura de la paridera de Letosa
En este lugar, tenemos dos opciones, una corta pero con desnivel y otra larga pero llana, que es la que elegimos, para seguir bajando por ella
Hasta llegar a un cruce, donde tomamos el ramal de la izquierda, por el que discurren los recorridos de bicicleta 5-3
Donde avanzamos por un bosque de carrascas
Disfrutando de los tramos a cielo abierto
De la imagen del macizo del Moncayo
Mientras en los cielos, los buitres sobrevuelan nuestras cabezas
Enlazando casi tres kilómetros más tarde, con el camino del Monte Bajo, que, viene de Alcalá de Moncayo
Por el que avanzamos con los últimos rayos de sol iluminando las Peñas de Herrera
Con la vista puesta en la Muela de Horcajuelo, a la que paso a paso, vamos acercándonos
Sin perder un ojo al Moncayo, que despunta tras el monte La Mata, finalizando la circular 

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